Bares centenarios - 2 de Enero de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 590901806

Bares centenarios

Terremotos, crisis económicas y recambio de generaciones no han podido derribar a un puñado de bares que sobrepasan el siglo de existencia firmemente enraizados en el alma de Valparaíso. Además del Cinzano, comparten esa condición el Bar Inglés (101 años), La Playa (107 años), el Liberty (118 años) y el Pajarito (122 años).

Cada uno ha enfrentado procesos de readecuación para mantener su plena vigencia, pero sin perder las características que los han convertido en espacios con valor patrimonial.

Para el historiador Óscar Aguiar, autor de un estudio sobre los bares tradicionales de la ciudad, estos han salido airosos al desafío de enfrentar en los últimos 20 años la fuerte arremetida de locales nocturnos en la subida Ecuador, el eje de avenida Errázuriz y los cerros turísticos Alegre y Concepción.

-La vida bohemia es una parte constituyente y esencial de la imagen patrimonial de Valparaíso. No me cabe duda de que si la crisis golpeara a estos locales, siempre habrá interesados en su preservación.

Abogado, académico, periodista, escritor, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales... Agustín Squella suma a todo eso su condición de parroquiano leal del Bar Inglés. Lo confirma un vaso grabado con su nombre, como lo tienen otros 1.500 clientes fieles del local.

En su último libro "Lugares sagrados" lo incluyó como uno de los sitios indispensables de la ciudad.

-Son como las salas de urgencia de los hospitales: llegas allí malherido por el estruendo de los días e inmediatamente te sientes seguro, como si ya nada grave pudiera ocurrirte. Se trata de refugios donde guarecerse y recuperarse.

Con todo, a pasos del corazón financiero del puerto, el Bar Inglés ha resentido el cambio generacional. Fundado en 1916, sus clientes durante la primera mitad del siglo XX fueron hombres de negocios y extranjeros relacionados con la banca y navieras, que se reunían en el local para cerrar acuerdos, cultivar la amistad en torno a un trago y la tertulia, jugar al dominó o al cacho.

Testigos mudos de esos encuentros son la barra de roble americano de 14 metros de largo y las mesas con cubiertas de parqué, que aunque siguen en el mismo lugar y mantienen prestancia del pasado, hoy cuentan con menos asiduos.

Para Jorge Harbin (padre), que de habitué se convirtió en dueño del Bar Inglés en...

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