En BARCO POR LA RUTA CHILOTA DE LOS JESUITAS - 20 de Diciembre de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 589907670

En BARCO POR LA RUTA CHILOTA DE LOS JESUITAS

Hay relajo. Serenidad.

La Williche, la lancha chilota boutique -construida a mano por David Pacheco en el astillero de su familia en Nercón-, navega con tenaz cadencia. Atrás queda el embarcadero del Tierra Chiloé, el hotel de los Matetic/Purcell, quienes (tras hacerse del Refugia, como se llamaba antes) mandaron a construir esta embarcación que hoy permite hacer por mar buena parte de la ruta de los templos chilotes y su desvencijada historia. Junto a una ventana de la embarcación, una mujer alta, de rostro tierno y sonrisa generosa, hojea un grueso libro de fotografías que lleva por título El jardín de las iglesias. Tali Santibáñez, fotógrafa y diseñadora, fue su autora y editora.

Hace tiempo, Tali emprendió una extensa travesía en kayak por las mismas islas que ahora se desparraman frente a su nariz.

Ahora es 7 de noviembre. "Justo hoy -dice ella, emocionada- se cumplen 18 años del día en que conocí al hombre con el que realicé ese largo viaje".

La historia es trágica.

A fines de los años 80, mientras estudiaba diseño en la Católica, Tali ingresó a la rama de montañismo de la universidad, donde conocería a los andinistas que habían conquistado el Everest. Ya existía Vertical, la empresa creada por Rodrigo Jordán. Y fue en un trekking con niños -organizado por la empresa- donde conoció al que se convertiría en su marido: el montañista y kayakista Christian Buracchio, ávido aventurero que -sin perder tiempo- la invitó a salir.

Fue en esa primera cita que él le dijo que tenía dos kayaks y le regalaba uno. Pronto la pareja se vio envuelta en un proyecto de largo aliento que consistió en viajar todos los veranos a Chiloé. El plan era reconstruir el viaje de los sacerdotes jesuitas en la llamada Misión Circular, programa de evangelización que consistió en recorrer las islas desde comienzos de la primavera hasta inicios del otoño.

Meses antes de que completaran el proyecto, la avioneta donde viajaba Buracchio se estrelló en Tiltil, cerca de la cuesta La Dormida.

La Williche ahora sigue su marcha. El barco es cómodo y suficientemente grande como para que unas veinticinco personas conozcan el archipiélago relajadamente. Ayuda a eso que la cubierta principal fue hecha con cálidas maderas que aumentan la sensación de que uno navega en un barco "de diseño", proyectado en la oficina Masaa por el arquitecto Augusto Domínguez. Un barco con bar y cocina desde la que continuamente salen delicias preparadas por una de las chefs del Tierra Patagonia. Aunque no están operativas, la Williche cuenta además con cinco habitaciones, ideales para realizar travesías largas.

Mientras Tali bebe su té, hojeo el grueso libro, en...

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