Bandejas portaplumines - 17 de Diciembre de 2022 - El Mercurio - Noticias - VLEX 916539578

Bandejas portaplumines

E n el siglo XIX, el escritorio de los hogares burgueses era el centro de comunicación y administración doméstica. Era una época en que todo se hacía por escrito, a mano, desde el anuncio del nacimiento de un nuevo miembro de la familia hasta una invitación a cenar. La escritura estaba en sus años dorados y era la manera de mantener contacto a la distancia con seres queridos, de estar informado de los acontecimientos y chismes, dejar registro de las posesiones y manifestar posturas y pensamientos.Si hasta la primera década de 1800 la pluma de ave era el único instrumento de escritura, preferentemente la de ala de ganso, cisne o pavo, con su punta aguzada con precisión, a partir de 1822 dejó de serlo. La razón: el plumín metálico patentado en 1803 por el inglés Bryan Donkin comenzó a ser fabricado en masa por John Mitchell de Birmingham, en acero. Un hecho que facilitó la escritura, pues la nueva punta metálica con canales capilares no requería ser afilada cada vez y tenía una vida útil bastante más larga. Pero además, podían producirse plumines con distintos remates para diferentes usos y tipos de caligrafía, que se montaban en un mango o portaplumas.El éxito llegó pronto y con ello la expansión de la industria en Birmingham. Así, hacia 1860 había unas mil firmas, entre pequeñas y grandes, dedicadas a la fabricación de plumines de inmersión, es decir, que requerían sumergir su punta en el tintero para obtener la tinta necesaria para escribir. Entre ellas estaba Perry & Co., fundada en 1824 y una de las más grandes de Inglaterra; William Mitchell, creada en 1825; Joseph Gillott, establecida en 1827; Hinks, Wells & Co., inaugurada en 1836, y D. Leonardt & Co, instituida en 1856.En respuesta, los fabricantes de accesorios de escritorio sumaron a su...

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