El balance público de la visita papal - 21 de Enero de 2018 - El Mercurio - Noticias - VLEX 701311285

El balance público de la visita papal

La visita del Papa Francisco admite miradas muy distintas si se la analiza desde lo público, o bien desde su impacto propiamente religioso. El Papa vino, en realidad, a cumplir este último propósito, reanimar la fe que comparte la mayoría de los chilenos, porque la evidencia del último tiempo mostraba el desgaste de la Iglesia local, con situaciones que la afectaron muy severamente.

Sin duda influyeron, en el clima previo a la visita, los temas vinculados a este pasado negativo. Para algunos sectores ciudadanos y medios de comunicación, fue difícil prestar atención a otras temáticas ajenas a esa controversia dentro del mensaje total del visitante. Aunque él pidió perdón en términos inéditos por los abusos sexuales de algunos miembros del clero, reuniéndose con un grupo de víctimas, algunos permanecieron casi desinteresados de lo que no se relacionara directamente con el "caso Barros". Por eso, en términos también inéditos, el propio Papa Francisco tuvo que subrayar en Iquique la presunción de inocencia del obispo que justifica su apoyo. Solo al concluir la visita, se pudo tener una vista más integral del contenido que Francisco quiso marcar en Chile, tocando crudamente las realidades de los más desamparados, mujeres recluidas, migrantes y pueblos originarios. Del mismo modo, el Papa actualizó con fuerza la misión que toca a los constructores de la sociedad, y a los jóvenes -mostrando una cercanía admirable con ellos-, para no mencionar a la misma Iglesia local, interpelada en la catedral en cuanto a la tarea y estilo que hoy corresponde a pastores y laicos. Carisma distinto el de Francisco -que expresamente impide en los actos litúrgicos cualquier signo de "espectáculo", ajeno al recogimiento-, pero al mismo tiempo paulatinamente penetrante por su sobriedad y sencillez evangélica, la coherencia más deseable en un pastor universal.

Ahora bien, a la hora de juzgar el efecto de la visita en nuestro espacio público, ostensiblemente pesa en muchos que la vivieron la comparación con la primera visita de un Pontífice, hace más de treinta años. Pero lo que ocurrió en Chile en 1987 no es en absoluto comparable con lo vivido esta semana. No se trata solo del enorme cambio en las condiciones de vida y ánimo de los chilenos respecto de entonces. En un país fracturado, Juan Pablo II contactó emocionalmente a los cientos de miles de chilenos agolpados a su paso. Por encima de todo, supo enhebrar la identidad cristiana de la nación chilena, tan contraria...

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