De Bagdad a Florencia una lectura al 'collar de la paloma' de Ibn Hazam y su trascendencia. - Núm. 44, Marzo 2008 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 68429583

De Bagdad a Florencia una lectura al 'collar de la paloma' de Ibn Hazam y su trascendencia.

AutorAlfaro Palma, Diego

Dante nos legó algunos de los pasajes más memorables consagrados al amor y a la tortura. Sinónimos o no, sabemos que no estaba solo y que el XIV fue un siglo de grandes cúpulas amatorias como Petrarca y Bocaccio. Desde ellos se dibujaría el rictus de Simonetta Vespucci y los canales de Venecia.

Como gustaba decir Borges "todo autor crea a sus precursores" y más allá de abogar por la vasta tradición occidental, debemos reconocer que Alighieri y los trovadores vivieron en un siglo convulso, en una Europa que en cada una de sus esquinas se mezclaba con el incienso y la mirra de Oriente. Gracias a Federico II y Alfonso X se había logrado una paz a través de las letras y el oficio de la traducción. Sicilia y España recobraban sus clásicos gracias al trabajo concienzudo de conservación realizado por los sabios árabes.

Y es cierto que el amor no es ajeno a hombre alguno en este planeta y que no ha existido poeta que no haya detenido su pulso y suspirado por el encanto de unos labios. Por su lado, en los oasis del Medio Oriente la revolución del Islam vertía nuevos dos a un mundo bárbaro y pleno de gozos, y un grupo de cantores de Bagdad erigieron una nueva copla desde la revelación del Profeta a sus amadas.

Hacia el siglo IX se practicó una fe alterna a la de Alá llamada "Amor Udrí", cuyos partícipes portaban por nombre los "Hijos de la Virginidad". Reelaborando las antiguas canciones de las caravanas y los ensueños paganos, muchos musulmanes se desplazaron como guerreros a Siria y a otros territorios conquistados por la palabra de Mahoma, y muchos de ellos elaboraron poemas nostálgicos a su antigua tierra y particulares versos de amor. "Cantaban el amor platónico y casto ("udrí") a una sola mujer y el lamento por el dolor de la separación, en contraste con el amor sensual y desenfadado característico de la poesía árabe preislámica urbana" [1].

Estos soldados de la fe se unieron al recuerdo a través del poema udrí sacralizando la visión de la amada, lamentando su lejan [a. Su nombre procede de la tribu de los "Banu Udrá", de origen yemení y que lentamente se establecieron hacia el sur de La Meca. Desde allí su expansión se volvería inevitable, surcando cada uno de los rincones del Islam y luego hacia la Europa aguerrida de los trovadores.

Su reminiscencia a la "virginidad" remitía al cuidado y sublimación del arte amatorio, haciendo de él un proceso de crecimiento interno intenso y acumulativo, preparando los sentidos antes del encuentro definitivo con la amada. Como toda cultura en ascenso, los modales y las percepciones se refinaron al grado máximo y se volcaron hacia una acreditación completa del intelecto antes que el desate de los instintos. "Morir de amor, renunciar por amor a los abrazos, se convirtió en un ideal" [2] nos dice Jean Chevalier y en esto no sólo se demostraba el puro refinamiento, sino la adhesión total a la abstracción antes que a la materialidad, en un mundo árabe que comenzaba a transcribir en sus escuelas la sabiduría de Platón y en cada una de la ciudades del Mediterráneo se topaba con religiones influenciadas y adeptos al neoplatonismo.

En la virginidad y en el control de los placeres, tanto el Islam como el Cristianismo encontraron una fuente que pregonaba la conservación de la inocencia y la integridad dada por el Creador, antes de la irrupción de los tratos de la carne. "No satisfacer el deseo podía ser un medio de prolongarlo, de eternizar su dulzura" [3], de mantenerse casto ante la displicencia de un mundo salvaje, ceñido de batallas internas y cruzadas por la fe. Ya en estas concepciones resonaban el desprecio por lo terrenal del gnosticismo y la perduración de la esencia del individuo (y del pueblo) a través de la palabra, propio del judaísmo.

Tiempo después un pensador del Califato de Córdoba conocido como Ibn Hazam, en un periodo de crisis de los antiguos valores del sultanado, ve como respuesta la vuelta a ese origen modelo de comportamiento y de ascesis. Ante la amenaza de distintas tribus por tomar el poder y la inevitable guerra civil en el reino más depurado de Europa, edificó un hermoso tratado amoroso llamado "El collar de la paloma", de referencia netamente udrí, del que hoy sabemos fue una lectura obligada para San Juan de la Cruz y el Arcipreste de Hita.

El collar de la paloma y el Amor Platónico

En plena...

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