Un avispero en la sacristía - 22 de Marzo de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 561908754

Un avispero en la sacristía

Algunos ven en esta rebelión una señal de madurez de los católicos y de genuino compromiso con su fe. Me imagino que esa madurez los llevará a pagar el 1% a la Iglesia y a defender los principios cristianos las 24 horas del día en todo lugar, incluida la arena política. En la discusión hay cosas curiosas: un determinado político, que ahora señala que "como católico" debe expresar su malestar, no tenía problema en afirmar, años atrás, que él no era ningún beato, justificando así su visita al Barrio Rojo de Ámsterdam. Celebro que este caso lo haya ayudado a recuperar su coherencia cristiana.

No conozco al obispo Barros, pero apuesto diez a uno que entre sus prioridades vitales más profundas no se hallaba la de ser obispo de Osorno. Si es así, ¿por qué no renuncia y se evita una úlcera? Resulta audaz hurgar en las psicologías episcopales, pero me atrevo a pensar que, como hombre culto, sabe que los papas llevan muchos siglos luchando por su derecho a nombrar obispos sin intromisión del poder civil o de grupos de presión. No siempre han tenido éxito, pero lo cierto es que si Mons. Barros renuncia sentará un precedente que le causará problemas al Papa no solo en Chile, sino en todo el mundo. Dudo que la Iglesia quiera enfrentar una proliferación de manifestaciones pidiendo "obispos a la carta".

El caso Karadima es terrible para sus víctimas y doloroso para los creyentes. Aunque la fe no debería fundarse en las cualidades personales de los clérigos, lo cierto es que los ejemplos de coherencia son una ayuda para los fieles. Ahora bien, si alguien piensa que el obispo Barros fue cómplice o encubridor de ciertos delitos, debería llevar el caso a la justicia, sea civil o eclesiástica. "Las pruebas, lamentablemente, no son suficientes", se dice. Si es así, comprendo que las víctimas de Karadima lancen tales acusaciones, pero quienes no estamos en esa situación debemos tener cuidado antes de sumarnos a una lapidación pública.

Da la impresión, sin embargo, de que el problema aquí no es de complicidad. Más bien, Juan Barros y otros no creyeron a tiempo denuncias que después se comprobaron verdaderas. Después de la batalla somos todos generales, pero hay que hacer un esfuerzo para ponerse en la situación de tales personas, para quienes el padre Karadima era un inspirador y esas acusaciones...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR