Avalancha de Napoleones - 2 de Mayo de 2021 - El Mercurio - Noticias - VLEX 866262693

Avalancha de Napoleones

Febrero, 1925. El equipo de camarógrafos comandado por Jules Kruger está algo confundido: acaban de arribar a Briançon, en plenas faldas de los Alpes, para filmar una escena de Napoleón. Pero una sin ejércitos, soldados o cañones. Apenas llevan un mes de rodaje y recién se están habituando a las exigencias y extravagancias de Abel Gance, su director, quien los convocó en pleno invierno a la ciudad más alta de Francia (poco más de 1.300 metros) para rodar una batalla de bolas de nieve entre colegiales. Tal cual. El pequeño Bonaparte y sus amigos contra los compañeros de curso que lo consideran un paria. Gance se mueve sin parar por la explanada, repartiendo órdenes a sus "tropas" casi como un poseído, mientras estas arman barricadas y coordinan los asaltos, filman con trípode, cuelgan desde andamios y cargan la cámara arriba de veloces trineos. Lo que parecía la simple recreación de una anécdota infantil se ha vuelto una sinfonía de movimiento, arrojo y emociones desatadas, un despliegue de energía que, cuando por fin se traspasa a la pantalla, se convertirá en una de las secuencias definitivas de la -hasta entonces- breve historia del cine. Y es solo el comienzo de la aventura: al filme le queda un año y medio de rodaje por delante, y más de dos hasta su tumultuoso estreno en la Ópera de París, en abril de 1927, del que emerge tan amado, odiado y debatido como su protagonista. Gance había concebido su obra como una declaración definitiva en torno a la figura del caudillo-emperador, pero ya empezaba a darse cuenta de que, por fascinante que fuese su versión del personaje, el suyo era solo otro entre muchos posibles Napoleones cinematográficos.De Brando a BugsUna avalancha de Napoleones, en realidad.Bonaparte forma parte de un puñado de personajes históricos que el cine ha visitado y revisitado sin descanso hasta convertirlos en arquetipo y lugar común. Así como la figura de Cristo se convirtió en presencia frecuente en las "películas de romanos", el presidente Lincoln en comodín de los relatos ambientados durante la guerra civil estadounidense y Hitler en presencia ineludible para los filmes de aventuras de la Segunda Guerra, Napoleón, su tricornio negro y caballo blanco fueron lo bastante populares durante el siglo pasado como para aparecer en más de un centenar de producciones para el cine y la TV, de todos los tipos y talantes.Inserto en medio, el inmenso filme de Gance -que finaliza con las triunfantes conquistas de la campaña de Italia...

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