Aún es tiempo de corregir - 10 de Noviembre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 543066042

Aún es tiempo de corregir

¿Qué ha ocurrido para que las intenciones transformadoras del Gobierno aparezcan controvertidas y confusas y sean motivo de un debate que la propia autoridad reconoce irritado y lleno de sonoras presunciones?

Descartemos de inmediato los argumentos más comunes. Son tres.

Primero, el de las fallas comunicacionales, según el cual las reacciones negativas son provocadas por un defecto de los invisibles hilos con los cuales el Gobierno podría orientar y persuadir a la opinión pública. La culpa residiría en la política comunicacional. !Pobre excusa¡

Segundo, el razonamiento que atribuye la sorpresiva oposición a las propuestas del Gobierno a una campaña del terror. Esta consistiría en una deliberada desinformación, argumento usado ad nauseam durante la Guerra Fría. Todo se justifica por la actuación de agentes que mediante engaños causan alarma entre los destinatarios de las políticas que el Gobierno busca beneficiar. !Explicación anacrónica y poco creíble¡

Tercero, la tesis de los intereses afectados que sostiene lo siguiente: cualquier discrepancia con los cambios impulsados por la autoridad se debe nada más que a una reacción egoísta de los actores cuyos intereses (materiales) se hallan amenazados. !Menguada y reduccionista visión del comportamiento humano¡

Excluidas estas (pseudo) explicaciones, ¿qué razones pueden aclarar las resistencias con que se ha topado la reforma educacional y la "discusión crispada y altisonante" en que se encuentra envuelta, según la Presidenta Bachelet?

Las razones son varias, interactúan entre sí y es relativamente fácil identificarlas.

Por lo pronto, una agenda oficial de cambios infundada, carente de un diagnóstico adecuado y expresada en un lenguaje negativo ("fin de" muchas cosas), hostil y divisorio. No transmite un sentido común ni convoca a una empresa compartida. No ofrece una carta de navegación. Al contrario, ha desencadenado una onda de inseguridad entre sostenedores, padres y apoderados y entre los nuevos segmentos de clase media.

La comunicación de tan confusa agenda resulta necesariamente poco clara y desestabilizadora. En vez de contribuir a la gobernabilidad del proceso de cambio, lo bloquea, provocando desorden en la opinión pública y confundiendo a los propios partidos y partidarios del Gobierno. Pero se trata de una falla de agenda, no comunicacional; de gestión política del cambio, no de desinformación.

Una expresión de ese errado manejo es el tratamiento dado por las autoridades a los...

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