El auge de la vida de montaña en La Araucanía andina - 26 de Septiembre de 2021 - El Mercurio - Noticias - VLEX 876226208

El auge de la vida de montaña en La Araucanía andina

N unca pensamos que habría tanta nieve hasta que el barro se terminó a los pocos metros del ascenso al volcán Sollipulli, en plena Araucanía andina. Estábamos ahora en medio de un bosque denso, en uno de los caminos que se abren entre los árboles y hacia la cordillera. Todavía faltaban cinco horas de caminata para llegar al cráter. No importaba. El paisaje que adorna las faldas del volcán, de arboledas, con inmensos coihues, bastaba como para estar satisfecho.El celular indicaba que, a las 9 de la mañana, donde nos encontrábamos, nos rodeaban solo 2 grados Celsius. Unos cuarenta minutos antes habíamos dejado la localidad más cercana al volcán, Melipeuco , un pueblito sencillo a 92 kilómetros de Temuco con vistas impresionantes hacia las montañas, incluidos los volcanes Llaima y Villarrica, y nos hallábamos en un sitio francamente privilegiado por su ubicación: al lado del Parque Nacional Conguillío y de las reservas nacionales China Muerta y Villarrica (no confundir con el Parque Nacional del mismo nombre).En otras palabras, Melipeuco era el sitio perfecto para convertirse en la base de una aventura como esta.Carlos Toledo (43), piel bronceada por la montaña, look de escalador, guía local, nos había traído hasta este lugar. Es uno de los cofundadores de la agencia Ñamku Adventure , que organiza actividades guiadas de este tipo, además de raftings y trekkings en el Parque Nacional Conguillío.Gracias a él sabíamos por dónde ir, qué zonas pisar y cuáles evitar. También por él, y su agencia, vestíamos unas ridículas polainas impermeables color verde flúor para evitar que la nieve se metiera en los zapatos, y llevábamos raquetas -por ahora amarradas a la mochila- y bastones de trekking . Todas herramientas imprescindibles para lo que intentábamos: un ascenso y descenso de 16 kilómetros hasta el glaciar de 12,5 kilómetros cuadrados que se encuentra dentro del cráter del Sollipulli."Sigan un ritmo constante y pidámosle permiso al bosque para entrar", dijo Carlos antes de atravesar la primera capa de nothofagus en el sendero. Como descendiente de mapuche, dice, se preocupa de honrar a la naturaleza cada vez que trae gente a este y otros circuitos.Nos explicaba eso cuando, al poco andar, el sendero se iba volviendo completamente blanco: una cubierta de nieve marcaba el escenario, interrumpido apenas por los árboles que nos rodeaban, donde poco a poco comenzaban a predominar las araucarias. "Es la última capa de vegetación; ellas soportan más altura", dijo Carlos entonces, y explicó que "los antiguos" habrían traído el pehuén (el nombre de la araucaria en mapudungún) desde la costa, y que los ejemplares que veíamos tenían entre 1.800 y 2.000 años de edad.Todavía pasaron otras dos horas de caminata cuando la vegetación prácticamente se acabó, para dar paso a un escenario nuevo: una ladera extensa y completamente blanca. Estábamos a mitad de ruta y hacia atrás teníamos una panorámica majestuosa de la Araucanía andina. Era mejor quedarse en silencio.Hace seis años Carlos Toledo, junto a su pareja, Nataly Escobar, decidieron dejar sus vidas como veterinario y estudiante, respectivamente, para dedicarse al turismo. Como muchos melipeuquinos, vieron cómo esta actividad desde el año 2000 comenzó a atraer más visitantes hasta esta zona cordillerana. Los forasteros ya no...

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