Atrapados en los Himalayas - 2 de Mayo de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 568368658

Atrapados en los Himalayas

El terremoto

Fue el viernes 17 de abril cuando Andrés y yo tomamos el vuelo desde Katmandú hasta Lukla, la ciudad del este de Nepal que es puerta de entrada para quienes visitan los Himalayas. Ese mismo día empezamos el trekking que nos llevaría al campamento base del Everest. Íbamos sin un guía ni nadie que cargara nuestras mochilas. Solo llevábamos un mapa y un libro guía. Con un sol radiante, caminamos durante ocho días apreciando la belleza de los montes más altos del mundo: una imagen tan impresionante y maravillosa que es difícil de describir. Estábamos felices de estar ahí.

Después de llegar al campamento base del Everest y descender a Gorak Shep, el sábado 25 decidimos continuar nuestro regreso hacia Lukla. Caminamos con nieve rumbo a Periche, donde pensábamos dormir esa noche. Recorrimos un valle rodeado de montañas -que no se veían mucho por las nubes y la nieve que caía-, equilibrándonos sobre pequeñas rocas para no resbalarnos con el barro. El frío y el cansancio comenzaban a afectarnos. Cerca del mediodía, tres horas después de haber iniciado el viaje, de pronto perdí mi equilibrio. Pensé que estaba mareada por la altitud, pero no. Era un terremoto.

Yo estaba junto a mi esposo y un sherpa, quien caminaba lejos de nosotros y, de un segundo a otro, apareció al lado nuestro. Los tres nos paramos sobre una roca pequeña, tomándonos de las manos. Yo pedía en voz alta que el movimiento parara pronto. Entonces se escuchó un fuerte ruido que venía de las montañas a nuestro alrededor. No podíamos ver mucho, pero imaginamos que se trataba de una avalancha de nieve o rocas. No teníamos dónde escapar, tuvimos miedo. Pensé que moriría, hasta que el ruido paró y dejaron de caer piedras.

Nos quedamos parados ahí, mirando a nuestro alrededor. Cerca nuestro vimos a unas 15 personas, entre turistas y sherpas, que estaban igual de impactados que nosotros. No sabíamos si el movimiento de tierra había sido solo ahí, en toda la montaña o si había llegado a Katmandú. Lo que sí sabíamos con Andrés era que teníamos que actuar velozmente, por lo que nos pusimos a caminar a paso rápido. Cuando llegamos a Periche, el pueblo donde pensábamos quedarnos esa noche, nos dimos cuenta de la magnitud de lo que había pasado. Todos estaban fuera de las casas, que en su mayoría mostraban daños graves. Muchas tenían sus murallas de piedra en el suelo. Algunos turistas tomaban fotografías y otros seguían su camino apurados. Los locales no entendían lo que pasaba, solo...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR