Atracción fatal - 15 de Febrero de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 557280462

Atracción fatal

La vuelta de la democracia trajo un cambio de sensibilidad. Algunos agentes de la revolución se transformaron en prósperos empresarios; otros instalaron consultoras. Muchos exiliados y sus hijos estudiaron en las mejores universidades del mundo, de manera que, a su vuelta a Chile, estaban en condiciones de mostrar que el arte de ganar dinero no era patrimonio de la derecha. Figuras como Gladys Marín empezaron a escasear: cuando se prueba la business class es difícil volver a viajar en clase turista.

Ni tontas ni perezosas, las empresas captaron esa nueva sensibilidad. Primero de manera discreta, y luego sistemática, comenzaron a nombrar en sus directorios a personas de "sensibilidad concertacionista", como se decía de forma eufemística. En el fondo, era una astuta medida para ganar un acceso fácil a los intrincados pasillos del poder. La presencia de estos directores con habilidades diferentes se hizo especialmente atractiva en los sectores que son objeto de una intensa regulación. Un negocio redondo y relativamente barato, que mejoró sustancialmente el nivel de vida de esos privilegiados.

El paso siguiente consistió, directamente, en el financiamiento de las campañas de los políticos de izquierda. No se trataba ya de dar un poco de plata a algún izquierdista simpático, como lo habían hecho los padres de los actuales empresarios. Ahora, ciertos hombres de empresa financian directamente las campañas de políticos que, en muchos aspectos, no piensan como ellos. La generación de sus padres no habría visto con buenos ojos esa práctica, pero los tiempos han cambiado, las fronteras doctrinales son difusas y, piensan estos filántropos, la colaboración económica ayuda a reblandecer las cargas ideológicas.

Hoy tenemos en Chile a muchas personas de izquierda dedicadas al mundo privado. Es gente que está bien calificada, es emprendedora, posee olfato y, en consecuencia, tiene mucha plata. Otras, en cambio, siguen sintiéndose incómodas en el campo privado y prefieren libar en las venas del Estado...

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