Así es el cruce de los Andes, 200 años después - 12 de Febrero de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 664660709

Así es el cruce de los Andes, 200 años después

La declaración es de un soldado chileno que, a lomo de mula, forma parte de los 140 expedicionarios de los ejércitos chileno y argentino que reviven, de la forma más fiel posible, el histórico cruce de los Andes, que concluiría con la Independencia de Chile.

Una aventura -"honor", prefieren decir los participantes- que termina hoy en Chacabuco, el lugar donde hace 200 años el ejército binacional propinó una derrota clave a las tropas realistas.

Ahí estarán los Presidentes de ambos países, Michelle Bachelet y Mauricio Macri, para recordar la fecha y también para rendir honores a los hombres y mujeres que desde el 24 de enero recorrieron en mula o a pie, con frío o calor, los mismos caminos que los libertadores abrieron en 1817.

"El Mercurio" acompañó a la columna en parte del trayecto histórico.

Mulas: primera escaramuza

La salida es el 28 de enero a las 08:00 en punto desde las inmediaciones de Uspallata. Por ello, desde las 07:00 los expedicionarios preparan sus provisiones y, sobre todo, ensillan a sus mulas.

Aunque con esta última labor no parece haber prisas. Mientras, por un lado, soldados conversan entre ellos, por otro, los animales esperan mansamente que se les acerquen. O eso parece.

"Yaa, yaaa, !!tranquila¡¡", dice un cabo, cuya mula empieza a corcovear apenas se sube. Lo mismo sucede en todas las esquinas del campamento. Pronto, el dicho "más terco que una mula" empieza a tomar sentido.

El problema es que los soldados chilenos esperaban que el cruce fuese a pie, al igual que en 2010, cuando se hizo algo similar para el bicentenario de la nación. Pero el alto mando argentino tenía otra idea. "Esto debe ser lo más parecido posible al periplo de San Martín", expresa el jefe de las fuerzas expedicionarias trasandinas, el coronel Adriano Carrasco Romero, quien está al mando de todo el grupo en territorio argentino, a la vez que recuerda que San Martín llevaba 10 mil mulas.

Por esto, para la mayor parte de los chilenos, el cruce de los Andes es la primera experiencia en terreno en el lomo de este tipo de animales. Y los nervios se imponen a momentos. Nadie quiere ser el primero en caer. Así, aparecen "coimas" o "incentivos" para las mulas, como manzanas y pedazos de turrón argentino.

Finalmente, todos están montados. Flamean las banderas de los Andes, de Argentina y Chile. El trompeta, de nacionalidad argentina, da la señal de salida.

A los pocos metros, ya hay un caído: el líder de las tropas chilenas, el coronel Humberto Julio, está en el suelo, luego de que su mula "Huracán" decidiera que no le gustaba su jinete. El golpe es fuerte, en la rodilla, y por momentos se teme que el jefe no podrá continuar. Pero pronto está recuperado y la columna de Uspallata, la misma que 200 años atrás dirigiera el coronel argentino Juan Gregorio de Las Heras, comienza su marcha hacia el Cristo Redentor y hacia Chile. Son 150 km en el horizonte

Aún no se dispersa la nube de polvo que dejan los soldados a su paso y decenas de personas comienzan a desmontar las carpas, los catres, para ponerlos en camiones.

Es la unidad del ejército argentino encargada de la logística, que debe, sobre todo, mover las instalaciones entre un lugar y otro y asegurarse de que cuando lleguen los expedicionarios esté todo listo para recibirlos. Incluyendo agua, comida, forraje y atención médica.

Lo que sí está fuera de todo control es el clima de los Andes, que ataca sin piedad a la columna, tanto durante la marcha como una vez instalados para pasar la noche.

El primer día, los expedicionarios sufren con el calor de más de 35°, que los obliga a parar a descansar, aproximadamente, cada una hora de marcha.

Por eso, los términos de cada tramo son esperados. Descansar, jugar...

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