El arte de vivir entre el Caribe y las montañas de Santa Marta - 20 de Febrero de 2022 - El Mercurio - Noticias - VLEX 896950225

El arte de vivir entre el Caribe y las montañas de Santa Marta

S abemos que está por amanecer cuando se intensifica el rugido de los monos aulladores, así como el concierto de pájaros, grillos y ranas. Fue difícil dormir esa primera noche: llegamos a oscuras y la expectación era alta (como esperar en un cine a que se ilumine la pantalla). Se adivinaba la cercanía del mar, que tronaba. Con las primeras luces del día siguiente, se dibujaron ante nuestros ojos kilómetros de un mar virgen y tan furioso que revolcaba troncos de árboles enteros, que parecían arrancados de cuajo de las brumosas montañas cercanas.Habíamos llegado a este lugar tras una hora y media en taxi desde Santa Marta, saliendo hacia el norte por una carretera que se fue estrechando y en la que, tramo a tramo, los ruidos urbanos fueron reemplazados por los de la poderosa naturaleza. Nos recibieron a la luz de las velas los bogotanos Luis Ángel Parra y María Eugenia Niño, fundadores del Taller Arte Dos Gráfico/Galería Sextante, y responsables de la aventura que estábamos por emprender. Para entonces, ya eran más de las diez (aquí oscurece a las seis de la tarde), así que pronto partimos a nuestras cabañas, donde las ventanas solo tienen mosquiteros, como también hay uno que rodea delicadamente las camas.Éramos cinco los visitantes. Estaban los colombianos Ana María Devis y Fernando Cruz y las chilenas Verónica González y Ximena Velasco, todos artistas.A la mañana siguiente, Luis Ángel nos dio una fascinante lección de geografía sobre su tierra, que va desde el mar Caribe por el este hasta la quebrada Valencia por el norte; luego sube a la Sierra Nevada por el oeste y termina en la desembocadura del río Guachaca por el sur. Todo esto en el norte de Colombia, más allá de Barranquilla.Hasta el Guachaca caminamos después del desayuno. Solo aquí pudimos bañarnos durante los días que pasamos en el lugar, pues el mar no dio tregua. Sin embargo, el río concluía en un humedal precioso, abundante en garzas, patos y, al parecer, cocodrilos. Aunque de eso nos enteraríamos después.A esta zona, que es parte de Gonawindua o Sierra Nevada de Santa Marta , Luis Ángel y María Eugenia la llaman Parramar. Es una prolongación del Parque Nacional Tayrona , solo que aquí uno no se cruza con nadie. Hace casi medio siglo lo compraron junto a un grupo de amigos, en ese entonces, hippies y artistas, y levantaron casas en materiales ecológicos, locales, casi invisibles. El carismático impulsor de esta comunidad, Yos Vieira, creó un lodge para hacer retiros de yoga y...

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