El arquitecto de la Patagonia - 15 de Febrero de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 492047790

El arquitecto de la Patagonia

Hay una cierta ansiedad en su lucha por alcanzar aquello que no existe -la perfección- y en su obsesión por descubrir la belleza, pero que han movilizado e inspirado sus obras, obras trascendentales en la arquitectura chilena.

Hay una cierta forma estricta de mirar la vida, cuyos costos ha tenido que pagar con el dolor de las pérdidas y algo de soledad.

-Soy muy jodido -dice.

-¿Jodido?

-Sí. Insoportable.

Germán del Sol trabaja en una casa que parece una cabaña, una cabaña amplia y luminosa, de listones de madera barnizada y puertas antiguas, en el barrio Los Dominicos, que alguna vez perteneció al director de orquesta Juan Pablo Izquierdo. Una cabaña en cuya entrada hay tinajas de greda y una enorme buganvilia rosada que resalta en un jardín medio abandonado, con una piscina vacía y una parra que ya se arrastra por el suelo.

-Está horrible -dice mirando por la ventana. Pero no es cierto.

Germán del Sol, premio nacional de Arquitectura 2006, ha sido uno de los artífices de la arquitectura cinco estrellas en los rincones más remotos de Chile. Creó el concepto "Explora", que desarrolló junto al empresario Pedro Ibáñez. Diseñó, junto a su entonces socio José Cruz, el hotel de Torres del Paine, construcción que puso ese destino en el mapa del turismo mundial. Y luego, tras terminar la sociedad con Cruz, de quien fue compañero del colegio desde los seis años -"Pasó que el demonio se presentó a tentarnos y los caminos se bifurcaron"-, en solitario diseñó el Explora de San Pedro de Atacama que obtuvo el primer premio en la Bienal Latinoamericana de Arquitectura 2002. Otras de sus obras destacadas son el Pabellón de Chile de la Expo Sevilla, las Termas Geométricas -cerca del Parque Nacional Villarrica- y las de Puritama. También ha hecho oficinas, bodegas de viñas y casas, pero hay obras que no está dispuesto a hacer.

-Los arquitectos, aunque no mandamos, siempre podemos decir que no. Mandan los clientes y eso es natural, pero cuando me piden cosas que a mí me parece que no corresponden, o que son antiéticas, no lo hago.

-¿Como qué?

-No haría un rascacielos. Tampoco una casa de estilo provenzal, porque no andaría disfrazado. Yo vine aquí vestido como me gusta -camisa blanca fuera de los pantalones caqui y zapatos café sin calcetines-, pero no vine vestido ni de chileno, ni de arquitecto, todo de negro, que es el disfraz de los arquitectos.

-¿Y qué tiene de malo construir una casa provenzal?

-¿Y qué tiene de malo que tú vengas disfrazada de Caperucita Roja?

-¿Cuál es la arquitectura que corresponde, entonces?

-La que es apropiada. La que trascienda la ordinariez de la vida cotidiana y refleje nuestro propio esplendor. Y si nuestro esplendor está en la Provenza o en el Chile colonial, ¿qué le vamos a hacer? -ironiza.

Es hijo de Fernando del Sol, un ingeniero calculista que primero se dedicó a las obras sanitarias y estuvo encargado del alcantarillado y el agua potable de varios pueblos del Valle de Colchagua. De niño lo acompañaba a visitar las obras al campo. Además, su círculo social lo componían destacados arquitectos de la época: su padre era primo de Fernando Castillo Velasco y amigo de Héctor Valdés y Sergio...

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