El arquitecto del nuevo golf chileno - 2 de Junio de 2018 - El Mercurio - Noticias - VLEX 726587077

El arquitecto del nuevo golf chileno

-Desde un principio era bueno, talentoso, maduro, educado -recuerda Eduardo Miquel-. Pero le pegaba muy corto. Él quería dedicarse al golf, pero tenía que quemar varias etapas que ni él sabía que las iba a quemar de la manera en que lo ha hecho.

Durante los primeros años, Miquel trabajó en su técnica. Pero debajo de todo eso también estaba moldeando la cabeza de su nuevo alumno, que comenzó a volverse un jugador más seguro.

-Con el Edo cambié la forma de pensar. Antes, cuando jugaba mal, pensaba qué iba a decir mi familia. Pero él me ayudó a estar en el momento. A pensar que tenía que jugar más para mí y disfrutar el proceso -cuenta Niemann.

Eduardo Miquel lo unió a un grupo de jugadores de su edad que él había formado y, en un deporte tan solitario como el golf, lo hizo sentirse parte de un equipo más grande. Ahí ambos descubrieron que habían tenido vidas que no eran tan distintas: eran callados, hijos de padres que se separaron, apuntados desde temprana edad como golfistas promisorios y fanáticos apasionados de los autos.

-Yo creo que eso nos une harto -dice Niemann-. Para mí, él es mi coach, amigo y también psicólogo. Como fue jugador, el Edo sabe qué se siente con la frustración. Todo lo que él aprendió y sintió cuando jugó, ahora lo transmite a nosotros para convertir eso en algo positivo. No creo que yo habría conseguido estos resultados, a esta edad, sin él.

Junto a Miquel, Joaquín Niemann fue el mejor golfista amateur del mundo y el único chileno en competir en el Masters y US Open, dos de los cuatro torneos más importantes de su deporte. Hace pocas semanas debutó como profesional en Texas, a los 19 años, después de rechazar una beca universitaria en Estados Unidos. Niemann terminó en el sexto lugar. Ningún chileno había llegado tan arriba en un evento PGA.

En un Starbucks de Vitacura, Miquel dirá que se siente identificado con Niemann, que lo ve como a un hermano menor, que le encantó ser parte de su maduración y aprender cosas con él que antes no pudo descifrar como jugador. Esa es la vuelta impensada que hoy, con 36 años, ha tenido la vida de Miquel: corregir en otros lo que no pudo corregir en él. Eso al menos piensa Catalina, su hermana:

-Le fascina que Joaco tenga una cabeza positiva, porque a él eso le costó mucho cuando era chico. Cuando Joaco juega mal, se ríe. Y Eduardo nunca pudo reírse de sus errores.

Aislado

Eduardo Miquel descubrió el golf gracias a su abuelo y tía paternos, que jugaban en el Club Los Leones. Según su madre, Patricia Pérez, tenía unos 7 años.

-Él tenía una enfermedad por el golf -dice ella-. Lo vivía con mucha pasión, le cambiaba el carácter.

Tres años después, recorría los distintos clubes de Santiago y Valparaíso jugando torneos infantiles. Ese mismo año, sus padres se separaron luego de 15 años de matrimonio. Poco a poco, coinciden sus dos hermanas mayores, Eduardo Miquel se fue aislando de su familia por el golf. El contraste no era sencillo, porque competía en un mundo donde el deporte era una...

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