Arquitecta ejemplar - 7 de Noviembre de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 851592692

Arquitecta ejemplar

E ditora de arquitectura, promotora de talentos y mujer de decisiones tajantes como la de nunca volver a leer novelas, dar por vistas grandes obras o prometer que nunca volvería al Campus Lo Contador, el lugar que sintió como su casa por 36 años y donde trabajó como profesora de Taller y directora de la revista ARQ . Montserrat Palmer Trias, 86 años, de origen catalán y egresada de la Universidad de Chile, fue formadora de muchas generaciones en la Universidad Católica, y la primera y única decana de su Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos, entre 2000 y 2003.Pese a estar hoy retirada de la docencia, de la obra y de sus editoriales inteligentes, la huella que ha dejado entre todos quienes la conocieron es indiscutible. "Montserrat dejó un cráter en ARQ , un espacio imposible de llenar", asegura el arquitecto Patricio Mardones, quien trabajó una década junto a ella en esa publicación, y la sucedió en la dirección cuando se alejó en 2011."Un arquitecto tiene que hacer obras", ha dicho siempre, y desde que ingresó como profesora de Taller en la UC en 1974, introdujo en la escuela una concepción centrada en la práctica y en el hacer. "Creía que el arquitecto no podía rehuir de la construcción y la obra", cuenta su amigo arquitecto José Rosas. Ella misma comenzó desde temprano: recién titulada, trabajó en el Zoológico, instaló un taller de chimeneas y lámparas, proyectó un pabellón para el MOP durante la Unctad III y levantó la casa de sus papás en Algarrobo y en Providencia.Pero una de sus creaciones más significativas la inició en noviembre de 1980, con las primeras ediciones de lo que sería la prestigiosa revista ARQ . Un proyecto muy personal que llevó a cabo sin recibir la comisión de nadie. Contó con el respaldo de la Escuela de Arquitectura y en el quinto número asumió su dirección Alex Moreno; Palmer recién la retomó en su edición 20, en 1992, momento en que declaró que dedicaría más espacio a los arquitectos recién egresados.-Ella se ganó el derecho a que nadie la editara; funcionaba con un comité editor, pero uno percibía que ella era la que tomaba las decisiones. Si le gustaba algo, lo publicaba, y si no, no lo publicaba. Ella hacía la curaduría y ese trabajo es fundamental, porque se pudo haber equivocado tremendamente o haber elegido mal, pero no lo hizo. Las personas por las que ella apostó finalmente son muy conocidas -cuentan Bárbara Rozas y Hugo Mondragón, arquitectos investigadores del cluster "Patrimonio y...

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