Árboles desaparecen con su historia - 1 de Noviembre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 541674474

Árboles desaparecen con su historia

Ese territorio, que antes se llamó Barrancas, fue rico en arte y en árboles. Lo describe Pedro Prado, vecino cercano, en su novela "El juez rural"; caminando venía a pintar con Julio Ortiz de Zárate, cuya obra será así descrita por Daniel de la Vega: "La pintura de Barrancas es totalmente evocadora". Había en ella una modestia digna que recordará una tímida provinciana que llega del norte a enseñar aquí, en su primer empleo, Lucila Godoy Alcayaga. Cuando un joven Pablo Neruda publique sus "Veinte poemas", en 1924, sus coetáneos le darán un banquete aquí en la Quinta Belga de Barrancas.

Con apoyo de profesores franceses de la entonces cercana Escuela de Agronomía de la Universidad de Chile, había surgido una serie de granjas de inmigrantes europeos, con productos que en muchas ocasiones recibieron premios en la FISA que realizaba la SNA en la vecina Quinta Normal. Eran propiedades modelo y los restaurantes locales, como el de los belgas o El Sol de Oro de los Briére, se aprovisionaban en ellas. También la quinta de recreo de los Delgado, en El Resbalón, derrotero de parlamentarios y detectives. Los jóvenes poetas podían comer una cena de lujo, desde espárragos a la vinagreta hasta frutillas en vino tinto (o chicha del lugar), a buen precio y bajo frescas sombras.

Violeta Parra recorrerá Barrancas recopilando cantos folclóricos del campo chileno, luego cantará Víctor Jara en su álbum La Población: "Frágil como un volantín / en los techos de Barrancas / jugaba el niño Luchín".

La Operación Sitio de los años 60 erradicó unas callampas del Río Mapocho...

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