La Araucanía y sus falsedades - 15 de Enero de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 658018433

La Araucanía y sus falsedades

Para empezar, hay que tener en cuenta que los araucanos, mal llamados "mapuches", son mestizos con una fuerte carga blanca, igual que todos los chilenos de norte a sur. Somos descendientes de los conquistadores, los atacameños, los diaguitas, los picunches, los pehuenches, los huilliches y otras agrupaciones. Todos ellos han sido parte de una nación física y culturalmente unitaria, que ha construido una república exitosa.

¿Qué razón habría para trazar una política privilegiada para la gente de Camiña, Paihuano, Tiltil, Perquilauquén y aun los suburbios de Santiago? Todos ellos merecen un trato igual.

¿Quién está en deuda con quién?

Ya en la época colonial, en el siglo XVIII, el mestizaje era un hecho consumado y en todas partes se hablaba el castellano, salvo unos pocos bolsones aislados.

Desde los años mismos de la Conquista, los araucanos comenzaron a recibir los beneficios materiales y espirituales de una civilización superior. El hierro, los géneros bien elaborados y nuevas ropas, toda clase de herramientas y el arado, primero de madera y luego con guarnición metálica; el caballo, los vacunos, las ovejas, los cerdos y las cabras, constituyeron capital valioso, y la alimentación se transformó con el trigo, la cebada, las legumbres y toda suerte de árboles frutales. La economía dejó de ser de subsistencia y tuvo relaciones de mercado con el resto de Chile y lugares más distantes.

Entraron la moneda y dos productos de gran demanda interna: el vino y el aguardiente, que impulsaron la embriaguez casi permanente e influyeron en el entusiasmo bélico y en la depravación social interna.

Considerando todos esos bienes, cabe discutir quién está en deuda con quién.

Desde el punto de vista espiritual, el aporte invasor no fue menos importante. El cristianismo introdujo la creencia en un solo dios, justiciero y misericordioso, que imponía la bondad y el buen trato, organizaba la familia, amparaba la justicia y el respeto al Estado.

En esa forma se desplazaron mitos y creencias, la hechicería, venganzas y sacrificios humanos, la acción maligna de los machis y muestras de canibalismo.

No estará demás recordar que en 1960 se sacrificó a un niño para aplacar la ira de un dios que señoreaba los maremotos.

Actualmente hay sacerdotes, incluso en las instancias gubernativas, que apoyan la mantención de la cultura ancestral. Cabe preguntarse si aceptan aquellas antiguas manifestaciones y el retiro del cristianismo, en cuyo caso estaría justificado el incendio de iglesias y quizás cuántas otras fechorías.

Hoy día los mestizos de araucanos se declaran mayoritariamente cristianos...

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