¡Aquí viene Jehová! - Lillian Gobitis contra el Distrito Escolar de Minersville - El coraje de sus convicciones. Dieciséis norteamericanos que lucharon para llegar a la Corte Suprema - Libros y Revistas - VLEX 976574358

¡Aquí viene Jehová!

AutorPeter Irons
Cargo del AutorProfesor emérito de Ciencias Políticas en la Universidad de California
Páginas37-45
37
EL CORAJE DE SUS CONVICCIONES
II
«¡AQUÍ VIENE JEHOVÁ!»
Yo nací en Minersville, Pensilvania, en 1923. Mis padres también nacieron
allí. Mi mamá era holandesa, nacida en Pensilvania, y su familia había vivido allí
durante más de doscientos años. La familia de mi padre llegó directamente a
Minersville luego de un viaje que duró un mes desde Lituania. En Minersville
hay muchísimos lituanos y otros habitantes que provienen del centro de Europa.
Creo que deben haber venido a trabajar directamente a las minas de carbón reco-
mendados por conocidos, como lo hizo mi abuelo. Mi abuela fue una mujer lu-
chadora, que ni siquiera sabía leer. Adquirió una propiedad. Los europeos eran
partidarios de comprar bienes inmuebles o raíces. Instaló un bar, y luego aceptó
huéspedes. Más tarde abrió una verdulería, que luego perteneció a mi padre. A
medida que todos sus hijos se casaban, ella les proporcionaba un trabajo, y hasta
envió a uno de mis tíos a la escuela secundaria. Para una mujer campesina y rús-
tica, eso fue muy importante.
Vivíamos en una casa grande que estaba sobre el negocio, que se llamaba The
Economy Grocery (La verdulería barata). Al final, los integrantes de la familia éra-
mos seis, y yo era el mayor. Teníamos que trabajar en la verdulería y eso nos
enorgullecía. La mayoría de los padres trabajaban en las minas de carbón; por tal
motivo el trabajo en una verdulería resultaba mucho más agradable. Algunos de
los niños perdían a sus padres a causa de los gases de anhídrido carbónico, o por
algún derrumbe dentro de la mina.
Nos resultó muy difícil vivir en Minersville durante los años de la depresión.
Recuerdo a mi padre que tenía un pequeño libro todo amarillo y viejo en el cual
llevaba las cuentas de los clientes. Algunos clientes nunca pagaban, pero él jamás
les reclamó nada. La aparición de la WPA y la asistencia social fue de gran ayuda.
Dichas medidas fueron muy positivas. Mi tío falleció en la WPA, de un ataque al
corazón y mi tía recibía ayuda de la asistencia social. Por lo menos teníamos comi-
da. Todo lo demás debíamos hacerlo nosotros mismos. Aprendimos a coser, y a
arreglárnosla con ropa de segunda mano. No resultaba tan desagradable. Éramos
realmente una familia alegre. Mientras trabajábamos solíamos escuchar aquellos
viejos programas de radio.
Mi papá fue educado en el catolicismo y mi mamá era metodista, a pesar de
que sus padres habían sido Testigos de Jehová desde 1904. Mi madre y todos sus
hermanos se mostraban bastante activos en la iglesia metodista. Mi padre fue el
primero que se acercó a los Testigos de Jehová, cuando mis abuelos vinieron a vivir
con nosotros durante un tiempo. Todo empezó por curiosidad. ¿A qué dedican
tanto tiempo? Cuando ellos se fueron empezó a leer sus libros, porque ellos no

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