Apuntes de un viaje en barco por Japón - 28 de Septiembre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 535184002

Apuntes de un viaje en barco por Japón

Gruesas gotas de agua resbalan sobre la etiqueta dorada de la Kirin Ichiban, marca de cerveza cuyos orígenes se remontan a fines del siglo XIX en Yokohama, y que parece la elección apropiada para el momento: hace sólo un día que la silueta blanca del Diamond Princess zarpó de ese puerto (a dos horas -sin taco- de Tokio).

El día es tan brillante que cuesta mantener los ojos abiertos en la cubierta Lido, la número 14 del barco, donde hay tres piscinas principales, incluyendo la que veo ahora desde el bar al aire libre, una pantalla gigante y varias cosas más que descubriré pronto.

Mientras las gotas abren un surco en la superficie transpirada de mi botella, la chica mexicana de Princess que acabo de conocer dice que en diciembre de 2015 la empresa va a celebrar sus 50 años con un viaje especial: reunirá al elenco de la serie de televisión The Love Boat, que en Latinoamérica conocimos como El crucero del amor, y que transcurría en un antiguo barco de la empresa.

Como la serie se emitió originalmente de 1977 a 1987, me pregunto (en silencio) cuántos actores llegarían a un encuentro así. Como si leyera mi mente, la chica de Princess dice que al menos el capitán Merrill Stubing, interpretado por Gavin MacLeod, es invitado frecuente a eventos de la compañía.

Buena noticia. El capitán Stubing, "Your captain", es como un estándar del oficial de cruceros: simpático, experimentado, de perfecto uniforme blanco (que incluía a veces unos imperdonables pantalones cortos) y calvo.

En todo caso, la infraestructura de ese legendario crucero del amor tiene poco que ver con el sofisticado Diamond Princess, que en los siguientes días recorrerá varios puertos del norte de Japón (y uno ruso), en uno de los dos circuitos nipones que realiza hace aproximadamente un año.

EL FUTURO

Hay una celebración por el zarpe (la primera de varias), y a medida que los edificios de Yokohama y los barcos amarrados en el puerto se pierden de vista, puedo hacer el primer ejercicio de sociología barata, aprovechando que gran parte de los viajeros (el barco tiene capacidad para 2.670 pasajeros) parece estar aquí: predominan los rasgos orientales, anoto y me quedo pensando si hay algo racista en esa frase.

Esta noche, la tenida es formal, según indica el PrincessPatter, mi "guía diaria de la vida a bordo", informativo que cada noche encontraré en la puerta de mi habitación, actualizado con todo lo que se puede hacer en el barco al día siguiente. La lista de posibilidades marea: desde caminatas de amanecida y programas de spa o masaje japonés, hasta clases de zumba, charlas, eventos y shows.

El Patter también informa de lo vital: horarios de restaurantes, el estilo para vestir cada noche, y los distintos programas para ahorrar en gastos adicionales como bebidas (hay tarjetas de descuento, con un monto diario y tragos ilimitados), ciertos tipos de café (con preparaciones gourmet) e internet, entre otros servicios.

Con la noche encima (cuando en Chile, trece horas en el pasado, recién amanece), llego al Pacific Moon, mi restaurante asignado para las cenas, y veo con satisfacción que hay una mesa pequeña solo para mí. Al lado, en una mesa igual, un anciano (japonés, sabré luego), también solo, saluda con una reverencia y un good night amable, y luego vuelve a sus asuntos: revisa el informativo del barco y va marcando actividades. Al rato empieza la perfecta coreografía de camareros que traen el...

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