Aprendizajes culinarios - 26 de Abril de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 843874953

Aprendizajes culinarios

Lo único en este valle de lágrimas cuyo consumo no requiere de aprendizajes es el calostro: el humano chupa sin moderación, hasta quedar rosado e inflado, con una beatífica sonrisa post-prandial que lo precipita blandamente en el más tibio de los sueños.Pero hábleme Usía de cochayuyo, de erizos, o de chiles... Cierta vez llegó al mercado de Santiago el presidente de la Academia Italiana de Cocina, que venía de viaje. Algún comedido lo llevó allí a probar lo que a él (el comedido) más le gustaba en la vida, los "erizos al matico", que de matico no llevan nada (nadie conoce, siquiera, el matico), y mucho, en cambio, de cebolla picada cruda, vivita, ladrando. La pobre visita fue animada a comerse una lengua, cosa que hizo por inocencia y confianza. Se le pusieron rojos los cachetes. A la segunda, tenía roja hasta la raíz del pelo. A la tercera, se puso morado, y hasta ahí se atrevieron a insistirle.En una comida de gastrónomos, se ofreció a las visitas peruanas un pebre de cochayuyo con erizos y almendras, que es de las cosas más finas que pueden embucharse las fauces chilenas. Los visitantes, muy cumplidamente, probaron un primer bocado y, con él en la boca y sin saber cómo proceder a continuación, se miraban unos a otros con un rictus en los labios que parecía sonrisa. Dicen que los chinos, para manifestar su desaprobación más profunda, le sonríen a uno bobamente. Hubo que retirarles el "platillo" y cambiarlo por uno de tallarines con salsa de tomates, que se tragaron con...

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