Anti - 11 de Mayo de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 638084865

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Simeone, versión siglo XXI de Carlos Bilardo, aunque sin sus extremos y tal vez sin su cinismo (hasta donde se sabe), ha llegado ahora a la final de la Champions con el Atlético de Madrid. Sus seguidores recordarán su victoria sobre el Bayern Munich, aunque los aficionados neutrales recordarán mejor la derrota de los alemanes, verdaderos protagonistas del duelo.

Algunos se sienten tentados a compararlo con el Leicester de Claudio Ranieri, pero son casos diferentes. Mientras el Leicester es un equipo modesto en una liga súper competitiva, el Atlético, en un medio también de alta exigencia, es un equipo importante. De hecho, no llega por primea vez a estas mismas alturas. Es distinto. Lo del técnico italiano es un arma legítima frente a rivales superiores; lo de Simeone es una vocación, un rasgo de carácter.

En la romántica concepción del juego que animaba a los hinchas de épocas originales, el objetivo era ganar jugando a dominar al adversario en todos los aspectos. En la cobertura territorial, en las oportunidades de gol, en la posesión (entonces "tenencia", defendida por Fernando Riera). Y cuando todo eso fallaba frente a un equipo que se arrinconaba y metía la contra para ganar, la vieja revista Estadio titulaba "Su Majestad el Contragolpe". Con cierta ironía, seguramente.

Hoy ya no es "antifútbol". Las cosas (todas las cosas) han cambiado con el correr (!y cómo corren¡) de los años. Hoy es "otra forma de ganar" o "de jugar". Entre nosotros el romanticismo terminó con el arribo de Luis Santibáñez al fútbol grande. El tiempo le dio la razón, cuando la mayoría de los...

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