A un año de los aluviones que afectaron a Atacama sus habitantes critican el lento proceso de reconstrucción
Los vecinos de dicha localidad aún se emocionan al recordar el horror que vivieron entonces, y cuentan que en sus cabezas reviven nuevamente esa ola gigante de barro y escombros que sepultó casas, la iglesia, el cuerpo de Bomberos y cegó también la vida de cinco vecinos, familiares y amigos.
Eduardo Daneris atiende el negocio de su cuñada, cuya familia -los Michea- es una de las más conocidas del sector, quienes se fueron a vivir a Ovalle a la espera de la solución que les entregue el Gobierno.
El hombre reconoce que le cuesta hablar, y al poco tiempo se pone a llorar. Señala que la tragedia lo dejó marcado con recuerdos aún muy vivos.
El saladino indica que ahora todo el mundo "les tiene miedo" a las nubes de lluvia cada vez que aparecen en el cielo. Con sus ojos empañados, recuerda a las personas que murieron: "El pueblo es chico y todo el mundo se conoce".
El quiosco donde trabaja el poblador está ubicado en lo que era el corazón de El Salado, el cual en la actualidad es solamente una planicie más en estos inmensos parajes desérticos. A un costado del negocio se encuentran los restos de la casa de la familia que fue destruida por la fuerza del Río Salado.
En la pequeña localidad los vecinos tienen preparado para el 25 de marzo un pequeño acto para el cual el terreno de cada casa destruida fue demarcado y se clavará una pequeña bandera en ellas para recordar El Salado que ya no existe.
Una velatón y misas en memoria de los fallecidos serán los otros homenajes.
A 12 meses de lo ocurrido, un resignado Daneris señala que "éramos tan felices, teníamos todo armado y el barro se lo llevó todo".
María Ribera tenía un bazar en el centro del pueblo, del cual obtenía su único sustento. A pesar de perderlo todo, la mujer expresa con ímpetu que volverá a levantarse. "No podemos estar toda la vida con pena y tenemos que salir adelante", afirma.
Es por esto que la vecina reunió a otros comerciantes de la localidad y, luego de muchas gestiones, lograron obtener 22 puestos prefabricados a través de empresas privadas para volver a revivir el centro del lugar.
En cuanto al avance en la reconstrucción del pueblo, indica que "ha estado todo lento" y pone un solo ejemplo: aún no cuentan con luz eléctrica. "Nunca vamos a poder tener lo mismo que había antes, pero sí queremos que se reconstruya donde se perdió", asevera. Ribera indica que las autoridades le han informado que volver a la levantar el lugar podría tomar cerca de cuatro años. A días del aniversario...
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