La "angustia del octavo mes" altera la relación entre las madres y sus guaguas - 7 de Noviembre de 2010 - El Mercurio - Noticias - VLEX 226436286

La "angustia del octavo mes" altera la relación entre las madres y sus guaguas

"Cuando voy a otros lados, todos quieren tomarla y ella lo único que hace es llorar con otras personas... Incluso con sus abuelos que viven en el norte; ahora cuando vinieron, la niña no quería nada con ellos".

Algo similar a lo que está viviendo con Anastassia le ocurrió con sus otros dos hijos. Con el primero, Ximena muchas veces se asustó pensando que estaba enfermo, hasta que su pediatra le explicó la razón de ese llanto: la llamada angustia del octavo mes.

"No es un problema, es algo normal y esperable en la evolución del niño y que comienza a observarse entre los ocho y los diez meses de vida", explica la doctora Ximena Alegría, pediatra y neonatóloga de Clínica Santa María.

En ese período, el apego de la guagua a su cuidador (la mayoría de las veces, su madre) es más fuerte y evidente que nunca. "Es normal que los niños/as de esta edad experimenten ansiedad y o angustia de separación que los irrita cuando el adulto que ellos conocen los deja solos", agrega el pediatra Eduardo Barreda.

Este fenómeno, según explica el médico, indica que el niño ha reservado el rostro de la madre o de quien esté a su cuidado como único, diferente de los demás. "Si esto sucede, la mamá no debe preocuparse mayormente, ya que es un indicio de que se ha desarrollado una relación significativa con ella".

Así, aquella angustia es parte de su proceso de socialización, de independencia y de construcción de lo que es el desapego.

Ausencia y presencia

Se estima que alrededor del 80% al 90% de los niños atraviesa por esta etapa, la que suele desaparecer en un par de meses o, incluso, al año y medio de vida, precisa la doctora Alegría.

Pese a su frecuencia, no es un motivo específico de consulta. "Es algo que muchas mamás desconocen y asumen las rabietas o pataletas como algo casi corriente y caen en la sobreprotección", dice Barreda.

Esa conducta sólo complica más las cosas, ya que absorbe a la mamá y no facilita la independencia del niño.

"Hay un período en que sólo quiere estar conmigo y es súper agotador porque no me puedo alejar de ella -cuenta Ximena-; a veces le pido a mi mamá que se quede con Anastassia, pero tiene que estar un buen rato hasta que se familiariza y recién...

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