Angola, el último secreto de África
N o resulta fácil llegar a Angola. Tampoco marcharse, llegado el momento, pues la séptima nación más grande de África (casi dos veces la superficie de Chile) deja una huella profunda, indeleble.Para los turistas poco experimentados, este país puede resultar, a primera vista, un destino incómodo. No es para menos. Tras cinco siglos de ocupación colonial portuguesa (1483-1975) y poco menos de 30 años de conflicto armado interno, las heridas que el país arrastra -y exhibe sin complejos al visitante- todavía siguen estando abiertas. Porque la guerra terminó en 2002, pero sus cicatrices son evidentes.Lo son en materia de infraestructuras, comunicaciones, transporte, seguridad e incluso en el recelo que las autoridades siguen mostrando hacia los viajeros. El visado de turismo es caro (100 dólares); los requisitos para obtenerlo, exigentes; los precios en el mercado formal, desorbitados; la oferta hotelera, insuficiente; y los paquetes de viajes organizados, prácticamente inexistentes.Casi nada es sencillo en las calles de un país que, a fuerza de ser ignorado, acabó por volverse hermético. Pero las recompensas que aguardan a los visitantes más aventureros compensan con creces el esfuerzo.Hace años que han comenzado a soplar aires de cambio en Angola, pero el proceso de apertura, la enésima reinvención de un país tan codiciado por las multinacionales como ninguneado por la comunidad internacional, será lento. Es posible, sin embargo, que en esa ausencia casi total de desarrollo turístico resida una de sus principales fortalezas.Alejado de las grandes rutas turísticas que en los últimos tiempos han comenzado a echar raíces en África (en países como Kenia, Tanzania, Sudáfrica, Botsuana o Namibia), Angola se revela como un lugar todavía inexplorado, uno de los secretos mejor guardados del continente.De baobabs y fauna salvajeAngola es una persona o un grupo de personas cargando cualquier bulto y caminando a cualquier hora en cualquier lugar hacia cualquier parte. El epicentro de esa vida callejera se encuentra en los denominados mercados informales.La ecuación es simple: si algo existe, se puede encontrar en esos mercados. En caso contrario, es probable que no exista. Aunque hay puntos oficiales de compra y venta en todas las ciudades, siempre es preferible armarse de valor -y de paciencia- y lanzarse a la calle a negociar. Es la única manera de saber cuánto cuestan en realidad las cosas. Y de ahorrarse de paso algunos kwanzas.La mejor manera de recorrer el país es con vehículo propio, preferiblemente un 4x4, pues el estado de las carreteras asfaltadas es muy deficiente y los caminos de ripio son intransitables con un turismo convencional. La conducción es un tanto violenta, pero al mismo tiempo extrañamente organizada, y aunque los arriendos de vehículos son igualmente caros...
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