Angela Merkel, la Canciller que roza la perfección - 25 de Septiembre de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 693640097

Angela Merkel, la Canciller que roza la perfección

El maestro de la luz, de 77 años, y uno de los pocos que han fotografiado a prácticamente todos los cancilleres alemanes desde la Segunda Guerra Mundial, ha puesto frente a sus cámaras a Merkel en dos ocasiones y "la experiencia fue horrible", recuerda. "Ella quería retratarse en la galería donde cuelgan mis fotografías de sus predecesores, junto a Ludwig Erhard, pero la luz era terrible. Había demasiadas sombras que no la favorecían, así que le propuse hacer la foto a la luz del día". Su respuesta fue tajante: "No haré eso". Müller respondió que no podía permitirse publicar un retrato de mala calidad y que en esas circunstancias no haría la foto. A Merkel le entró por un oído y le salió por el otro.

Tras un largo toma y daca entre el fotógrafo y los funcionarios de la Cancillería, se acordó que dos técnicos de iluminación levantaran una estructura para mejorar la luz de la galería. Cuando todo estuvo preparado, Merkel bajó, se puso en posición y dijo sin preámbulos: "Hágala". Müller le explicó que así no funcionaba la cosa. Que con Gerhard Schröder estuvo semanas en su despacho, observando sus gestos, su mímica, buscando su alma. Con Helmut Kohl llegó incluso a viajar durante un año. Merkel escuchó el relato y dijo: "Señor Müller, yo no aguantaría ni media hora". El fotógrafo respondió: "Entonces entenderá usted, estimada señora, que entre nosotros no puede haber nada". Y no lo hubo.

Hay anécdotas que ayudan a descifrar la personalidad del individuo y de las muchas que ya se han contado de la Canciller, esta, hasta ahora desconocida, es muy reveladora. Confirma que a Merkel, con 63 años cumplidos y 12 años dirigiendo el gobierno de la economía más importante de Europa, no le gusta desnudarse ante la cámara ni permite que nadie atrape su karma. Todas las mañanas, al llegar a su despacho, en el octavo piso de la Cancillería, se deja embadurnar con una capa de maquillaje de teatro, plana, compacta.

"Fantasma de la ópera"

Merkel rehúye como mujer de los aderezos o los guarda para la intimidad con su marido, Joachim Sauer. Con buen aspecto para su edad, pero siempre haciendo honor a su apellido, que puede traducirse por "avinagrado", el segundo esposo de la Canciller es químico de profesión pero fuera de su círculo se le conoce como el "fantasma de la ópera". Solo se deja ver en el teatro. Él suele hacer las compras, ella cocina cuando puede y casi nunca hablan de política. Si la agenda lo permite, se escapan los fines de semana, sin niños...

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