El Amazonas no es tan salvaje - 21 de Agosto de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 647370537

El Amazonas no es tan salvaje

Los mosquitos luchan por atravesar el vidrio y nosotros miramos hacia afuera, imaginando qué más habrá en la oscuridad de la selva.

Descubrir el Amazonas peruano -uno de los ecosistemas más extensos y biodiversos del planeta- a bordo de un crucero de río se ha vuelto bastante popular desde que hace ocho años Aqua Expeditions se atreviera a navegar sus aguas codo a codo con ferries, recreos y peque peques (las clásicas embarcaciones de madera que emiten un ruido ensordecedor con sus motores que asemejan podadoras de pasto).

El barco en el que vamos ahora, Zafiro, tiene una capacidad para 40 personas -y una tripulación de 20-, y recorre el Amazonas y sus afluentes desde octubre del año pasado. Y como todos estos barcos, que más parecen hoteles cinco estrellas flotantes, mezcla la aventura con el lujo. Para eso, cumple con ciertas características: no tiene televisión ni wifi, pero sí sofisticadas suites con vista panorámica al río y aire acondicionado, spa, jacuzzi, gimnasio y almuerzos y cenas gourmet a diario. Además de, claro, organizar caminatas, expediciones nocturnas, pesca y visitas a comunidades.

Veintiocho pasajeros partimos de Nauta esta tarde, a orillas del río Marañón, en el departamento de Loreto, el más extenso de Perú. Navegaremos durante tres noches hasta Iquitos, la ciudad enclavada en medio de la selva a la que solo se llega por aire o agua, y que en el siglo XIX, durante la época del auge en la explotación del caucho, fue la más rica de Perú.

Los mosquitos luchan por atravesar el vidrio, mientras nosotros disfrutamos de pisco sours, cócteles y plátanos fritos en el lounge de Zafiro con un cuarteto de músicos que ameniza la velada. A las siete y media, y de acuerdo a lo estipulado en las pizarras donde se publican las actividades del día, debemos pasar al restaurante, donde degustaremos un juane (en base a pollo y arroz envuelto en hojas de bijao), pollo al horno con queso de búfala, arroz con farinha y una cremosa tarta de mango y piña con helado de vainilla. Delicias que nos sorprenden, y a las que nos acostumbraríamos rápidamente.

Despertamos y nos vestimos sin luz: el día en la jungla comienza temprano. A las seis de la mañana subimos a la tercera cubierta justo para ver ese amanecer azulado del que muchos hablan. El aire es fresco: más tarde habrá 30 grados de calor. Al frente hay mucha vegetación y miles de aves que despiertan con nosotros.

-Esta isla la encontró el capitán hace poco -dice Hulber Paredes, uno de los guías naturalistas a bordo- y, desde entonces, pasamos la noche en su orilla para ver las aves temprano por la mañana. Le pusimos Isla de los Pericos.

Sobre los juncos más altos, que están a pocos metros del barco, diferentes siluetas se mueven y resuenan estridentes. La mayoría son pericos -más de cien mil, dice Hulber-, aunque también hay varios negros con amarillo que se llaman paucares y que son típicos de la selva.

Después de media hora...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR