Amar al país: ¿No, gracias? - 12 de Febrero de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 664662389

Amar al país: ¿No, gracias?

Para los primeros, no hay nada mejor que Chile; para los otros, hay numerosos países mejores, a veces inspiradores, supuestamente frustrados por causas externas, como la Cuba de los Castro, la Venezuela de Maduro o las extintas repúblicas socialistas. Los primeros aman a Chile como es, conscientes de que hay mucho que perfeccionar y mejorar; los otros mantienen una promesa de amor potencial, que prosperará solo cuando Chile concrete su utopía.

Traigo esto a colación mientras recorro el sur. Es un Chile precioso: el de los canales del archipiélago de Chiloé y el de los fiordos. Se trata de territorios casi inexplorados o escasamente poblados, en donde el paisaje natural apenas casi ha sido tocado. Nicanor Parra dice que Chile es un paisaje, y cuando uno lo conoce, se topa tarde o temprano con esa afirmación, y a continuación se plantea lo siguiente: ¿Somos mejor paisaje natural que urbano? ¿Es solo bello lo que no trastocamos ni habitamos? ¿No será que deterioramos estética y ecológicamente lo que habitamos u ocupamos? ¿Somos capaces de crear paisajes humanos -urbanos o rurales- equiparables al paisaje natural que la historia nos deparó?

Al recorrer Chiloé, escucho a quienes celebran su incorporación al mundo, el arribo de turistas nacionales y extranjeros, pero también a quienes critican las bandas de mochileros "flaites" que acampan en plazas y playas públicas, se emborrachan en la vía pública, ensucian los sitios donde alojan y dejan un reguero de latas de conservas vacías, botellas quebradas y bolsas de supermercado.

La mayoría de las tiendas de pueblos y ciudades chilotas refuerzan ahora sus vitrinas con rejas de metal. La vida cambió y la seguridad se perdió. Pero no hay que confundir a estas bandas con los jóvenes mochileros que aman la naturaleza, disfrutan el paisaje y recorren Chile respetando sus tradiciones, aprendiendo de ellas sin interrumpir la paz ni la tranquilidad. Los primeros llegan de la gran ciudad a Chiloé como conquistadores, vociferando y soltando risotadas, ocupando espacios públicos con prepotencia, exigiendo donaciones a los transeúntes, llevando la tensión y el bullicio de la metrópoli a las islas, actuando como barras bravas.

Existe, no obstante, la posibilidad de emprender el viaje como una forma de conocer a otros y a sí mismo. Quienes han reflexionado sobre el viajar -como Benjamin, Onfray o Magris- abordan el tema del viajero solitario, que exhibe características distintas a quienes viajan en pareja, en...

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