Alta travesía por el desierto - 23 de Noviembre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 545061534

Alta travesía por el desierto

"El buen viajero no tiene planes fijos ni está preocupado por llegar", dice una tarjeta de cortesía que encuentro en la habitación. En este marco más que placentero, en el Explora Atacama, un centro de operaciones inalterable donde se llega partido por el sol para sacudirse el polvo y abrigarse para el frío de la tarde, se recomienda pasar la última jornada de aclimatación a la altura con tranquilidad, en el observatorio, para familiarizarse con el mapa del otro desierto que nos acompañará durante la travesía.

Rumbo a Cachi, en la provincia de Salta, Argentina, el itinerario supone alojar ad portas de la frontera en un refugio a 4.200 metros sobre el nivel del mar, tocar las nubes en el Abra del Alcay, llegando a los 4.895 metros sobre el nivel del mar, para luego descender junto al río Calchaquí alojando en un tambo tradicional hasta parar en la vasta Finca Rancagua, dispuesta con todo lo necesario para concluir de gran manera el viaje del otro lado de la cordillera. En San Pedro y sus alrededores, Explora realiza alrededor de 50 excursiones, pero solo dos "travesías": una a Uyuni, Bolivia, y esta a Cachi. De espaldas al volcán Licancabur, Juan Pablo Chovar, gerente del hotel, hace una pirámide con sus manos: "Aquí están los que quieren que el viaje sea una experiencia que los cambie", dice, y dibuja en el aire la punta que falta.

ZONA DE INTERCAMBIO

A las 4 de la tarde dejamos las instalaciones del hotel para hacer aduana solo a unas cuadras, sobre la carretera. La Policía Internacional en San Pedro de Atacama se encuentra en el mismo pueblo, siendo que los puntos fronterizos hito Cajón, con Bolivia, o Paso Sico, hacia Argentina, se ubican a 50 y 200 kilómetros de distancia del lugar, respectivamente.

En la aduana, el funcionario lentamente se sacude la modorra de la hora de la siesta. El objetivo del primer día es llegar al refugio El Laco, a 45 kilómetros del paso Sico, la frontera con Argentina, y a cien metros del último retén de Carabineros. La garantía policial allana el trato con el funcionario instruido en desconfiar de los que vienen de amigos. La última vez que alojó en un control fronterizo, descargó 13 balazos enfrentado a un ataque con subametralladoras por parte de un grupo de bolivianos desde una camioneta.

"Alegan porque les disparamos, cuando estaban entrando ilegales. Encontramos 60 kilos de cocaína", dice el PDI tras los anteojos.

La distancia entre la aduana y la línea divisoria, la inmensidad del desierto y la soledad del Altiplano favorecen el contrabando y erosionan el carácter de quienes vigilan un territorio que parece tierra de nadie.

"La otra vez paré a una niña que iba a ver a su hermana. La hermana estaba ilegal, trabajaba en un prostíbulo en Iquique, tenía que firmar y hacía meses que no firmaba. La niña hizo un reclamo sobre Derechos Humanos porque no la dejamos pasar. Y ahora quieren firmar un acuerdo para que puedan entrar sin papeles".

El trámite es expedito y en media hora enfilamos al sur. Queda atrás el desvío al hito Cajón y seguimos en dirección al salar de Atacama. Cornelio, el conductor, cuenta que en el hito, una vez al mes, se reúnen los chilenos y los bolivianos para intercambiar productos: mientras que a veces ellos mismos llevan chañares de San Pedro y frutas de Toconao -el oasis, con su hermosa iglesia, también se pierde en la carretera-, del otro lado llevan textiles, mantas y cuerdas que permutan en la frontera en una improvisada pero ya tradicional feria. El comercio en la región se remonta a sus primeros habitantes. Hacia el siglo V d.C., San Pedro se consolidó como el...

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