Alrededor de dos mil familias de acogida abren su hogar a niños vulnerables de todo el país
"Tratamos a todos por igual -tienen cinco hijos-; Kimberly y Eduardo son como dos hijos más y se llevan bien entre todos. Juegan y a veces se pelean como en cualquier grupo de hermanos", cuenta José.
"Hubo que hacer cambios en la casa, agregar un camarote, hacer espacio en el clóset, tener más ropa... ha valido la pena y ha sido todo positivo y muy bonito", agrega María José sobre la experiencia de convertirse en una familia de acogida.
Como ellos, según datos del Servicio Nacional de Menores (Sename), alrededor de dos mil hogares a lo largo del país han decidido asumir el cuidado y protección de niños que, por diversos motivos, no pueden seguir con sus familias de origen.
"Antes era por razones de pobreza o abandono, hoy mayoritariamente se trata de situaciones graves de negligencia o vulneración de sus derechos por parte de sus padres o adultos responsables. Normalmente está asociado a consumo abusivo de drogas, maltrato o abuso sexual", explica Consuelo Contreras, directora ejecutiva de la ONG Opción ( www.opcion.cl ), una de las entidades que desde hace 25 años se encarga de implementar el programa de Familias de Acogida en el país.
Si bien se trata de un sistema que existe desde hace décadas, fue a comienzos de los 90 que el Estado, a través de Sename, definió las características y requisitos que hoy tiene el programa.
Por entonces, el 63% de los niños atendidos por el Sename estaba institucionalizado -es decir, en hogares o residencias masivas-; hoy solo el 7% del total de niños está internado. La gran mayoría tiene la oportunidad de ser recibido en una familia de acogida.
En alrededor del 80% de esos casos se trata de familia extendida, es decir, parientes del niño que asumen su cuidado (abuelas, bisabuelas, tíos). "Eso facilita una relación afectiva que es muy importante para el menor", explica Contreras.
Ese es el caso de Elena, de 2 años y cuatro meses. Desde que tenía un año vive con su tío Rodolfo Tello, su pareja y el hijo de ambos, Benjamín, de casi la misma edad. "Por un problema de abuso de drogas, mi hermana no se podía hacer cargo de la niña y el papá tampoco. Así que decidimos cuidarla; no fue una decisión fácil, pero hemos recibido harto apoyo".
Rodolfo se refiere a su red familiar, pero también a la subvención económica y social que brinda el programa a las familias de acogida. Se trata de un monto de alrededor de $70 mil mensuales, además de capacitación y talleres con ayuda de psicólogos, trabajadores sociales...
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