El alma perdida de Qatar - 21 de Junio de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 515828022

El alma perdida de Qatar

El auge de Qatar para convertirse en el país más rico del mundo per cápita ha sido tan rápido, que muchos luchan para estar a la altura. Las brillantes torres que rodean la bahía y los impresionantes desarrollos culturales, como el Museo de Arte Islámico, esconden una ciudad en busca de identidad. En los hoteles cinco estrellas, los jóvenes cataríes socializan en el bar con extranjeros de todos los tipos. En el desierto, a unos cuantos kilómetros de distancia, los hombres cazan con halcones, un atisbo de lo que era la vida antes del descubrimiento de las reservas de gas natural que transformó a esta tranquila comunidad pescadora de perlas.

"Doha es una ciudad vibrante si buscas en los lugares correctos", dice Michael Stephens, del Royal United Services Institute, quien recientemente volvió a Londres luego de vivir tres años en Qatar. "Los hoteles y los bares son un lado del país. O puedes ir a los extremos de la ciudad y encontrar un estilo de vida genuinamente beduino".

Un masivo flujo de trabajadores extranjeros en los años recientes significa que solo 300 mil cataríes viven en Doha, rodeados de aproximadamente 1,7 millones de extranjeros. Este desbalance y la codependencia de la relación de Qatar con su fuerza de trabajo extranjera llevan inevitablemente a la fricción.

Los cataríes más jóvenes, nacidos con una actitud más occidental y más oportunidades de viajar que las que podrían haber soñado las generaciones anteriores, se relacionan más fácilmente con los invitados extranjeros. Sin embargo, entre los mayores hay incomodidad por el ritmo del cambio. El orgullo por los logros del país es contrarrestado por una preocupación por lo que quedará de este diminuto Estado islámico en los años venideros. Todavía se pueden pasar veladas de música y poesía beduina, pero los antiguos dialectos desaparecen y la cultura nómada está siendo empujada hacia las periferias. A diferencia de los vecinos Emiratos Árabes Unidos, Qatar es demasiado pequeño para escapar del implacable arrastre de la occidentalización.

"Muchos sienten que el país ha cambiado demasiado rápido y que parte del alma del lugar se está perdiendo. El ritmo del cambio ha oscurecido parte de la herencia del país. Miramos a Dubái y la gente no está segura de querer seguir ese camino", dice un catarí.

"Hay una sensación de que Doha no está segura de lo que quiere ser, de que se está expandiendo porque sí, y de que esos cambios pueden ser irreversibles", agrega Stephens.

El esfuerzo por...

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