Para el alma de los chilenos - 3 de Junio de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 844894234

Para el alma de los chilenos

Los países, en sentido estricto, no tienen alma. Quizás por eso mismo, a algunas naciones les da por manifestarse como unas desalmadas.Octavio Paz lo afirmó en "Itinerario": "En las sociedades democráticas modernas los antiguos absolutos, religiosos o filosóficos, han desaparecido o se han retirado a la vida privada. El resultado ha sido el vacío, una ausencia de centro y de dirección. A este vacío interior, que ha hecho de muchos de nuestros contemporáneos seres huecos y literalmente desalmados, debe agregarse la evaporación de los grandes proyectos metahistóricos".Desalmadas. ¿No es así como calificamos, desde el 18 de octubre, tantas violencias, rebeldías y descalificaciones?Por eso, para aprender, conviene mirar el alma de algunos chilenos notables, porque cada uno de nosotros sí que es poseedor de una chispa de trascendencia. Claro, Harari, con su proverbial simpleza, ha pretendido negarlo en "Homo Deus": "Durante miles de años, la gente creía que todos nuestros actos y decisiones manaban de nuestra alma. Pero en ausencia de pruebas que lo respalden, y dada la existencia de teorías alternativas mucho más detalladas, las ciencias de la vida han descartado el alma".Si Harari tuviera razón, el dilema de Paz no vendría al caso. Y la vida en Chile estaría destinada a que manden los desalmados.Pero no, esa no ha sido nuestra Historia y ese no será nuestro futuro.La mirada busca, entonces, a ciertas almas privilegiadas que han forjado a Chile.Montt, don Manuel, quien influyó en parlamentarios, funcionarios y jueces; en abogados, educadores y empresarios. Si hemos tenido austeridad, orden, sacrificio en lo ordinario y servicio público extraordinario, a Montt se debe en buena medida.Vicuña Mackenna, don Benjamín, el gran reformador de Santiago. No ha habido quien no se beneficiara de su buen gusto, de su sentido de la proporción. Trazó y empedró calles, eliminó basurales; todo se lo dio a la ciudad.Mistral, doña Gabriela...

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