De aguas, peces y otras complicaciones - 7 de Abril de 2019 - El Mercurio - Noticias - VLEX 775493953

De aguas, peces y otras complicaciones

De un tiempo a esta parte, nuestro régimen de asignación y explotación de los bienes nacionales de uso público se encuentra bajo creciente tensión. No son grandes grietas aún, pero pretender que está todo claro es una jugada peligrosa. Parece mejor enfrentar el asunto.Los bienes de uso público, en principio, nos pertenecen a todos y de manera conjunta. Incluyen el agua que corre por la superficie y bajo tierra; las riquezas mineras bajo los suelos; los peces que nadan en nuestros mares; el espectro radioeléctrico por donde viaja la información que alimenta nuestros celulares; las orillas de playas y lagos, entre otros.Uno de los problemas respecto de estos bienes es que no tenemos un marco conceptual preciso, ni menos aún consenso, sobre cómo asignarlos. Heredamos regímenes para algunos de estos bienes que se han prestado para algunos abusos o que muchos perciben injustos. Enfrentado a casos específicos, el Gobierno ha reaccionado de diversas maneras. Por otro lado, en el Congreso, este tema despierta pasiones que dificultan un debate constructivo y racional.Si hace algunos años alguien preguntaba cuál es y será el régimen de propiedad y explotación de estos bienes, la respuesta era más o menos clara. Hoy, las certezas se han desdibujado y es fundamental recuperarlas. O, al menos, avanzar en un marco conceptual, preferiblemente construido en comunidad.El costo de "hacerse el sueco"Es tentador eludir esta discusión. Mal que mal, se arriesga a abrir una caja de Pandora. Mejor aguantar y, en el peor de los casos, adaptar el régimen respectivo, caso a caso.Esta táctica, sin embargo, tiene tres falencias.Primero, los cambios ya están sucediendo, sin un norte claro.Segundo, a medida que las presiones y dificultades se acumulan, resulta más difícil alcanzar buenas soluciones. Es una lección que dejó el sistema de financiamiento de la educación superior. Si se hubiera implementado a tiempo un buen sistema de crédito contingente al ingreso, probablemente no se habría llegado a la gratuidad.Tercero, la percepción de riesgos futuros tiene efectos hoy. La incertidumbre obliga a imaginar todo tipo de escenarios. La mera posibilidad de que estos sean desfavorables eleva la rentabilidad esperada que se les exige a los proyectos (el llamado premio por riesgo), lo que disminuye la inversión.Para ilustrarlo, un ejemplo simple: un inversionista evalúa un proyecto que dura 30 años. Evidentemente, le interesa, y mucho, saber qué pasará, digamos, en 10 años más...

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