El agua y el aceite - 3 de Mayo de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 568422298

El agua y el aceite

Mientras el Consejo Asesor sugería un conjunto de mejoras institucionales (cuya inspiración teórica es la misma de los iluminadores informes del Banco Mundial que yacen subrayados en la mesa de trabajo de todos los economistas interesados en los asuntos públicos), la Presidenta anunciaba un proceso previo a toda las instituciones, que tiene por objeto buscar un nuevo punto de inicio para la democracia (y cuya inspiración no está en los informes del Banco Mundial sino en la teoría política del republicanismo o la democracia radical).

¿Cómo explicar esa sorprendente mezcla? ¿A qué se debe que, por una parte, se esgrima un conjunto de medidas surgidas del saber experto y, por la otra, se anuncie un debate ciudadano amplio acerca de las bases de la vida pública? ¿Qué podría explicar que el Gobierno se inspire a la vez en la teoría de la gobernanza y en la teoría de la democracia radical que son, como casi todo el mundo sabe, como el agua y el aceite?

Por supuesto tamaña confusión no se debe a los miembros de la Comisión que, de haberse enterado que se incurriría en ella, es seguro que no la habrían permitido. El origen del fenómeno hay que buscarlo, pues, en otra parte.

Ese rasgo del planteamiento del Gobierno podría atribuirse no a confusión intelectual sino a astucia. La Presidenta, o los redactores del discurso, se habrían propuesto instalar un debate en la agenda pública que galvanizara a sus partidarios (decaídos o desalentados por el caso Caval y las boletas alimenticias de muchos miembros del Gobierno) y para eso habría sido indispensable hacer un anuncio de proporciones, uno que permitiese retomar el control de la agenda de los medios, disipando las nubes del mal comportamiento.

Esa explicación alaba la astucia del Gobierno, pero enseña, al mismo tiempo, que su preocupación por el asunto constitucional no es demasiado seria. De otra manera no se lo habría empleado, con la vaguedad que se ha hecho, como un instrumento para imantar la discusión o la preocupación de los medios hacia otra cosa que aquella de la que se ocupaba el Consejo. Y es que se trata de cosas distintas. Una cosa es cómo se financia la política, para evitar que quienes la cultivan profesionalmente hagan trampas con fines alimenticios, y otra deliberar acerca de las bases de la vida pública. Una cosa es regular mejor las concesiones y las licitaciones de compras públicas, y otra cosa debatir en condiciones de igualdad acerca de los derechos fundamentales. No hay duda. Si...

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