Los adultos que no temen mostrar su lado lúdico son un aporte a la convivencia - 3 de Febrero de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 664080249

Los adultos que no temen mostrar su lado lúdico son un aporte a la convivencia

En un estudio realizado en Alemania, los investigadores observaron que las personas que no temen dejar salir al niño que llevan dentro son buenas observando, pueden ver fácilmente las cosas desde nuevas perspectivas y ofrecer más soluciones positivas a problemas.

Además, ayudan a mantener un buen clima laboral y a convertir las tareas monótonas en algo interesante.

"Tener una personalidad lúdica en la adultez se puede expresar de maneras muy diferentes y debe ser considerado como un rasgo positivo", comenta el doctor René Proyer, investigador del Instituto de Psicología de la U. Martín Lutero de Halle-Wittenberg.

A diferencia de lo que ocurre en niños, existe poca investigación sobre el juego en los adultos. Por eso Proyer se dio a la tarea de reivindicar el tema y lo hizo mediante encuestas a alrededor de tres mil personas.

"El ser juguetón o lúdico es un rasgo de personalidad independiente, que no se encuentra en ningún test psicológico", precisa. Sin embargo, no debe ser equiparado con el humor o el infaltable amigo bueno para la talla.

"Las personas juguetonas son capaces de reinterpretar situaciones en sus vidas para que las experimenten como entretenidas, y actúan así en muchas situaciones del día a día".

El problema es que tienden a ser criticados o menospreciados, sobre todo en sociedades más formales y estructuradas, como la alemana.

Por estos lados pasa algo similar, según los especialistas. "Tiene que ver con un enfoque cultural. En países latinoamericanos, por ejemplo, se asocia a un perfil de personalidad que suele ser bien aceptado y valorado; es más un pro que un contra. Pero no es el caso de Chile", dice Josefina Guzmán, psicóloga de la Clínica Indisa.

Como en muchos ámbitos locales, la cultura organizacional tiene un alto grado de formalidad, agrega Luis Gajardo, académico de la Escuela de Sociología de la U. Central. "Son muy sancionadas todas aquellas conductas que salen de lo esperado. Con ello se desaprovecha una dimensión interesante del ser humano", advierte.

A su juicio, la gente no tiende a asociar el trabajo con pasarlo bien, sino que sería la excepción, lo que sale de la norma. El sociólogo cita como ejemplo "el minuto de confianza", aquel espacio que Don Pío, el entrañable personaje de Andrés Rillon en "La Oficina", daba a sus funcionarios para que se relajaran y expresaran todo lo que sentían.

"Sentir que se tiene un espacio para reír, para expresar la emocionalidad, no solo ayuda al clima laboral, sino que se...

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