El ADN de los Power Peralta
Para su obertura una noche de febrero de 1987, entonces eran un matrimonio joven, exitoso y primeras figuras de la célebre compañía de danza. A diferencia del show de los Power Peralta, vestidos a torso desnudo, con un pantalón de cuero con incrustaciones de piedras brillantes y un pañuelo del mismo color en la cabeza, en el espectáculo que ellos protagonizaron tres décadas antes, eran doce las parejas de bailarines en escena, los hombres usaban camisas anchas y pantalones con faja y las mujeres, faldas a media pierna. Eran dirigidos por el coreógrafo Hugo Urrutia y acompañados por la orquesta del maestro Horacio Saavedra.
Para esa vez, Renato Peralta y Mónica Valenzuela eran considerados experimentados exponentes del baile contemporáneo y, en más de alguna ocasión, coreógrafos renombrados de Chile y del mundo les habían creado papeles especiales para ellos como pareja -por su celebrada complicidad profesional y personal- y de manera individual. Sus hijos tenían cinco años.
-Me produjo mucha emoción -dice Renato Peralta, 58 años, de cuando vio a sus hijos en la Quinta Vergara-. Mucha más emoción de cuando yo me paré arriba de ese escenario. Yo fui solo un intérprete de una coreografía, que no era mía. Mis hijos crearon una propia.
-Yo pude, con ellos, volver atrás -agrega Mónica Valenzuela, de 54 años-, pero ellos desarrollaron una carrera profesional mucho más allá de lo que yo logré. Su carrera es muy superior a la de sus padres. Es valioso saber que tus hijos siguen tus pasos, literalmente, y son capaces de llegar mucho más lejos.
Para esa noche de febrero de 1987, Renato Peralta y Mónica Valenzuela no estaban divorciados y el diario La Época decía de ellos: "Su trabajo es silencioso, constante y riguroso. Tienen hijos gemelos. Son una hermosa pareja, muy jóvenes y sencillos, tenaces, inquietos y primeras figuras del Ballet Nacional Chileno. Se podrían llamar 'padres estrellas"'.
Gemelos deseados
Renato Peralta, el menor de siete hermanos, varios de ellos vinculados a la danza, bailó, por primera vez, a los 16 y siempre lo hizo bien. En el liceo Amunátegui, donde estudiaba, nunca lo molestaron.
-Yo era el líder del deporte. Nunca hubo cuestionamiento. Sabían que yo tenía mi sexo bien definido.
Renato Peralta conoció a Mónica Valenzuela en la Escuela de Danza de la Universidad de Chile a mediados de los setenta. Ella había recibido clases de danza desde los 8. En su opción por el baile, había influido su papá, Raúl Valenzuela, quien la había llevado, de niña, al Teatro Municipal. A él le gustaba la música y a su mamá, cosmetóloga, el baile. A los 16, Mónica supo que quería dedicarse, a tiempo completo, a bailar.
-Me dije: "no quiero hacer otra cosa más en mi vida que bailar". Había algo que traía yo innato -recuerda Mónica.
Empezaron a pololear cuando ella tenía 16 y él, 20. Pero no todo fue fácil cuando quisieron estar juntos.
-A lo mejor, no había tanto futuro siendo (yo) un bailarín -dice Renato.
Renato y Mónica se propusieron hacer de su pasión por la danza una carrera seria y profesional, a punta de rigor, constancia, corrección y ensayo. Ambos, tiempo después de egresar del conservatorio, fueron contratados por el Ballet...
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