Adiós mariquita linda - 25 de Enero de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 554172822

Adiós mariquita linda

Mucho.

Fue proletario, fue comunista y fue homosexual.

Esas tres cosas sumadas resumían, en el Chile de la dictadura, el de los ochenta, e incluso en el de hoy, casi la exageración de la marginalidad. Pero Pedro Lemebel, en vez de disimularlas, de ocultarlas en la sombra de otras cosas, de camuflarlas con el éxito, las puso a plena luz y las transformó en literatura.

Al revés de lo que suele creerse, la literatura no consiste en distraer la realidad sino en desnudarla. La realidad, el día a día, suele llegar hasta las personas envuelta en un vaho de prejuicios, de clichés y de ideología que impiden verla tal cual es. La literatura, la buena literatura, en vez de hacer más tupido ese vaho, lo disipa con las armas de la imaginación y acaba, de esa forma, mostrando la realidad verdadera. Si Nicanor Parra habla el lenguaje de la calle, el lenguaje de ese sujeto que es todos y es nadie; si José Donoso pronuncia el lenguaje de una clase dominante y decaída, la clase que asiste a su propia delicuescencia; Pedro Lemebel habla el lenguaje de lo excluido, de aquello que la cultura se esmera en negar y en borrar y que cuando no lo logra, y como una forma torcida de venganza, lo dulcifica y lo normaliza. Él empleaba el lenguaje, ese barroco extraordinario de los callejones y de los barrios, para sacar a la luz la sensibilidad homosexual y la marginalidad de las poblaciones, mostrando que en ella hay tanta reflexividad y realización de la condición humana, que eso es la cultura, como en cualquier otra clase.

Hoy día también el Partido Comunista, con toda razón, lamentará su partida y saludará, como gusta decir, su obra. Y todo eso está muy bien, pero no hay que olvidar que para el partido fue también inicialmente un excluido. Lo más parecido en esto a la Iglesia Católica, el Partido Comunista chileno también consideró durante mucho tiempo a la homosexualidad una desviación, un trastorno burgués, una forma de decadencia que acababa dañando los intereses de la clase y que, por eso, debía ser disciplinado, sometido a los cánones de lo que se tenía por normal. Ya es mucho que Pedro Lemebel fuera gay , careciera de padre (borró su apellido paterno para recordarse a sí mismo, con orgullo, que era un huacho), tuviera origen proletario y escribiera. Que además se atreviera a ser comunista y gracias a eso cambiara en el comunismo chileno...

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