El adiós del arriero del Plomo - 29 de Enero de 2023 - El Mercurio - Noticias - VLEX 921350226

El adiós del arriero del Plomo

Si hay algo en lo que todos quienes conocieron a Pato Lucho concuerdan es que no fue un arriero cualquiera. Su destreza al aparejar y campear la tropilla de mulas permitió que cientos de montañistas y caminantes llegasen a las cumbres clásicas de Santiago, como El Plomo, Leonera, Paloma y Pintor.Pero además, Patricio Quiroz -"Pato Lucho"- fue un notable instructor de esquí. El pasado invierno marcó su temporada número 39 en el Centro de Esquí El Colorado. Semanas antes del cierre de temporada, el cáncer colorrectal que le habían diagnosticado hace un año, había vuelto a mostrar síntomas. No quiso bajar de la nieve. Igual que cuando subía a buscar a los turistas con viento y nevadas, se quedó hasta el último día enseñando junto a su nieto, Kuban."Le pedí adelantar el control médico para retomar la quimio, pero él no quiso", dice su hija, Paulina Quiroz. "Es que él era así. Nunca se quejaba de nada. Su lema era que la vida era linda y había que disfrutarla".Antes de una semana tras el cierre de temporada, su hígado había dejado de funcionar.Somos de cordilleraEs un domingo soleado en una casa sencilla en El Arrayán, una cuadra más arriba de la Plaza San Enrique. Aquí vive la familia Quiroz Añasco. Se han reunido para compartir recuerdos de Pato Lucho, fallecido hace tres meses. Junto a la mesa de comedor luce un pequeño altar a modo de homenaje. Un retrato de Patricio Quiroz donde se le ve descansando, con las manos apoyadas en la nuca, posición que solía adoptar cuando dormía a la intemperie, en el cerro. La fotografía está envuelta por un corral de juguete con caballos y perros que representan a sus compañeros: Payaso, un alazán de cara blanca; Inka, la perra que lo acompañaba a campear las mulas, y Tontín, su caballo bayo. "No quiso bajar de la cordillera desde que mi papá murió", dice Felipe Quiroz, el mayor de los hijos.La familia Quiroz Añasco describe el oficio de arriero como "trabajar para arriba, con las mulas". Así lo explica también el nieto mayor de Pato Lucho, Fabián, quien ha sido el continuador de esta esforzada labor de llevar a turistas al cerro y portear el equipaje.Fabián aprendió a campear animales con su abuelo, buscando las mulas que se escondían valle arriba por los caletones del Colorado. "Ibamos al Plomo, a la Paloma, Cancha Carrera, el Toyo, el Cepo, los Ojos de Agua, laguna Esmeralda, a veces incluso llegábamos al Cajón del Maipo por el río Olivares. Todo eso conocí con mi abuelo", dice Fabián, 21 años, que no parece un joven de su época.Inquieto y curioso, de niño le gustó andar en el campo, así que rápidamente Pato Lucho lo apadrinó en el oficio de los viajes. Así aprendió a seguir el rastro fresco de las mulas, a identificar dónde merodeaba el "león" para evitar que atacara a sus animales: "Cazaba viento arriba y dormía viento abajo", dice hoy. También sabe inyectar vitaminas, herrar caballos, amansar toros y, por supuesto, la ciencia del "tercio" en las cargas y aparejos, que variaba según si el viaje era de subida o bajada."Mi abuelo no era de enseñar: había que aprender mirando. Él no me tuvo las mejores...

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