Los actores en la cocina de Shakespeare - 18 de Abril de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 632679021

Los actores en la cocina de Shakespeare

Ralph Fiennes y Coriolano: "Simplemente me obsesioné con este hombre, que cuesta mucho que provoque agrado. La obra es como un terrible acantilado. No tiene los momentos cálidos, humanos, líricos que uno asocia con Shakespeare. Parece ser una pieza implacablemente intransigente, dentada. Asimismo, él es una máquina particular, retorcida, reprimida. Su madre lo aplasta, lo condiciona, lo forma mal. Me encanta la ira que hay aquí. Y él tiene esta aspiración a una rigurosa pureza. Puede ser repelente y fascista, pero también está tratando de purificarse".

Willy Semler y Yago: "El único vínculo que he tenido para no juzgarlo y defenderlo es que creo que el inicio de los celos en la obra 'Otelo' parten en Yago, porque él tiene la sospecha paranoica y furibunda de que Otelo se acuesta con su mujer, Emilia, y que Casio también la persigue. La historia le sucede al moro, pero es Yago el que desencadena la historia... Harold Bloom habla mucho de que Otelo es la tragedia más trágica, que no tiene ni un viso de humor, y yo, que sigo a Bloom, me he tenido que contradecir con eso, para encontrarle alguna picardía, algún elemento que logre cierta empatía con el público, por último para que a la hora de salir a saludar uno no reciba puros tomates y abucheos, por malo".

Jude Law y Hamlet: "Es abrumador observar desde el inicio de cada función todo el trayecto de Hamlet; uno no puede imaginar dónde estará al final el hombre que él es al principio. Estoy convencido de que Hamlet es un papel en el que él se convierte en uno y no uno en él. Por eso es mejor interpretarlo espontáneamente, que seguir una conjetura elaborada; soy contrario a formular un patrón. Las preguntas que él plantea son tan vastas que es fácil estimularlas con la propia perspectiva de la vida, del universo. Su escudo defensivo es la brillantez; es la persona más inteligente en escena, y eso es parte del problema. El otro problema de esta obra es que es una obra que se trata de todo. !Mi Dios, sí, se trata de todo¡".

Claudia di Girolamo y Próspera (versión mujer de Próspero, de "La tempestad"): "Aquí no importa el género. Lo trascendente es el sentimiento profundo, la ambición, la desazón, la rabia y esta especie de borrachera por la venganza. Esta obra es el reflejo de nuestra propia tormenta nacional. Me interesa encender las palabras fundamentales que han tejido nuestra historia reciente: reconciliación, justicia, libertad y amor. Son palabras que se han estacionado en lugares cómodos...

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