El activista de la industria alimentaria - 8 de Julio de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 518743334

El activista de la industria alimentaria

Más que un cocinero posmoderno, Pollan es un aprendiz de antiguas técnicas culinarias. Más que observador pasivo, es un activista en contra de los abusos de la industria alimentaria. Más que un reportero escéptico, es un crítico del proceso de la alimentación.

Michael Pollan -profesor de la Universidad de California,Berkeley, 383 mil seguidores en Twitter y una de las cien personas más influyentes del mundo según la revista Time- viaja por Estados Unidos visitando granjas, restaurantes e incluso monasterios; va donde sea que pueda encontrar una respuesta a cómo llegamos a ser atrapados por una economía enfocada en la comida procesada, en vez de reivindicar nuestro grado de autonomía en la alimentación. O dicho de otro modo: ¿Cómo podemos adquirir en nuestra vida cotidiana un mayor conocimiento del mundo natural y del papel que desempeñamos en ella?

La respuesta la encontró en la cocina. Ya ha escrito casi diez libros en este camino: "Saber comer", "En defensa de la comida", "La botánica del deseo", "El detective en el supermercado" y "El dilema del omnívoro". Éstos dos últimos fueron nominados como los mejores del año por The New York Times y The Washington Post.

Su última publicación se llama "Cooked" y acaba de aparecer en español bajo el rótulo "Cocinar". Desde el teléfono en su casa de descanso en la Costa Este, pregunta sobre la calidad de la traducción. Se alegra cuando se entera de que es bastante buena, porque hace unos días recibió un reclamo por la versión china, y está algo preocupado.

A Michael Pollan le importan las precisiones. De partida, establece una diferencia de concepto. Dice que mientras las grandes corporaciones "procesan alimentos", las personas "cocinan", y que con la cantidad de azúcar, grasa y sal que las industrias incorporan a los alimentos, no es extraño que al tercer bocado un salteado congelado de curry indio y unos macarrones con queso tengan el mismo sabor "a comida de avión". Con tanto químico, advierte, "no debería sorprendernos que el declive de la comida casera haya provocado un aumento de la obesidad y de enfermedades crónicas asociadas con la dieta".

El auge de la comida rápida también ha atentado contra la comida compartida en familia. Para comprobarlo hizo un experimento con su esposa e hijo, que bautizó como "La noche del microondas". Cada uno comería a su gusto comida calentada en el electrodoméstico que cambió los tiempos y sabores de la comida.

Fueron con su hijo Isaac directo al pasillo de comida procesada del supermercado ("la variedad es inmensa, pasmosa, diría yo") y compraron una lasaña que encargó su señora Judith, un curry de verduras orgánicas para él y un salteado de vacuno estilo Shangai, una sopa de cebolla y una torta de chocolate para Isaac (adolescente, claro).

Volvieron a la casa a calentar la comida. En cuanto el primer plato estuvo caliente, empezaron con el segundo, pero...

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