CUANDO YO NO ESTÉ
Luz María vive en Vespucio con Vitacura, en un luminoso departamento que se distingue por la biblioteca que cubre toda una pared, repleta de arriba abajo con libros de historia del arte. También por la mesa del comedor (gigante, una mesa de fundo) en la que podrían almorzar no una sino varias familias.La tarde en que visito a Luz María, en todo caso, en la mesa solo estamos ella y yo. Frente a frente. Y, en medio, una elegante fuentecita, muy inglesa, repleta de sabrosas galletitas que devoro sin pudor.Ahí mismo, hace ya varios meses, Luz María se sienta todos los días, al caer el sol. Y ahí está tres, cuatro horas, mientras escribe la vida de Roberto Edwards; el "tío" que conoció cuando estudiaba arte en Lo Contador. Ahí se hizo amiga de Dominique Berthe, la hija de Sonia Edwards, hermana de Roberto.-Él vivía en Estados Unidos -recuerda Luz María- y en un viaje que hizo a Chile lo conocí en casa de mi amiga. Luego lo volví a ver varias veces. Roberto era muy querendón con su sobrina y solía invitarnos a comer helado o nos pedía que lo acompañáramos para el día cuando iba a su casa en Farellones. De eso quedó una amistad.Pasaron los años. Luz María se casó con un diplomático cuya última destinación fue Brasil. Y, a su regreso, en 1991, contactó a Nemesio Antúnez, quien entonces dirigía el Bellas Artes y comenzó a trabajar con él.Por esos días, algo excepcional ocurrió en el museo. En el marco de la Bienal de Arquitectura, Roberto Edwards montó una atípica exposición.Tras experimentar con pintura látex, junto a Mario Toral, Edwards había dado con unas pinturas especiales para usar sobre la piel y, con el secreto en mano, motivó a que 48 artistas chilenos pintaran los cuerpos de gráciles modelos.Luego, en el Bellas Artes, desarmó uno de los libros y colgó las páginas, creando el ambiente de un laboratorio de fotografía.Luz María vio la exposición el día en que la estaban desarmando y quedó impactada. A Nemesio le dijo que Cuerpos Pintados era de tan alto nivel que debía convertirse en una exposición itinerante.Más tarde, se reencontró con el propio Edwards y acordaron que ella se sumaría al equipo. También que harían algunos ajustes, como retirar la solapa del libro que no tenía ninguna reseña de su autor: un artista "emergente" que se negaba a alardear de lo que consideraba un trabajo secundario.-Roberto -explica Luz María- decía que lo de él solo había sido hacer unas fotografías. Aunque era eso y mucho más.La cosa es que, desde que en apenas cinco años sumaron más de treinta y cinco exposiciones, incluida una inédita invitación -en 1993- a la 49ª Biennale di Venezia.Luz María se emociona cuando cuenta la historia.-Roberto estaba en Nueva York. Cuerpos Pintados había sido invitada por los Amigos del MOMA en Pariís y le dije que viajaría a Venecia para intentar ser incluidos. Hasta ese momento, Chile nunca había tenido un pabellón en Venecia.Sigo devorando...
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