El duro camino de los escolares expulsados - 21 de Octubre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 539860766

El duro camino de los escolares expulsados

Antes les llamaban echados. Después retirados y ahora con matrícula cancelada. Tres formas de nombrar un mismo fenómeno: la expulsión escolar. Les dicen que no tienen la madurez esperada, el rendimiento esperado, la disciplina esperada. Adolescentes que llenan los libros de clases con anotaciones, porque no encajan en una educación que forma "niños estándar". "No estoy en contra de la disciplina y que a uno le exijan, sino del cómo. A mí me dijeron que no iba a llegar a ningún lado", dice una de ellos.

Por Karim Gálvez. Fotografías: Carla Dannemann.

Las 10:30 es una hora de receso en el Colegio Concordia. Se escucha música en el patio y adentro de esta sala luminosa, Antonia, 17, pinta la polera del musculoso Johnny Bravo, trazado con lápiz mina en un enorme pliego de papel mantequilla.

-Soy del equipo de los dibujos animados buenos -dice.

Mañana empieza la semana del colegio y ella es la jefa de alianza.

Está en tercero medio y lleva dos años en este colegio de 120 alumnos de Las Condes, que años atrás tenía otro nombre: Colegio Marshall. Antonia antes estudió en el San Luis, y antes del San Luis en The Angel's y en Manantiales.

-Toda mi vida fui catalogada como una niña problema, que no es algo que a uno le guste. Siento que los colegios quieren librarse de los alumnos que se les convierten en una carga, y uno lo es cuando no cumple con los protocolos que ellos esperan. Pero ahora estoy bien. He empezado a rendir no porque otro me lo diga, sino porque quiero hacerlo, no por entregarle un promedio a mis papás o al colegio.

Antonia tiene el pelo rubio, largo y liso, ojos claros, transparentes, y lleva dos pequeños piercings de metal en la nariz. Viste una polera rayada, jeans y zapatillas. "No me gustaba que si me portaba mal llamaran a mi apoderado, si una es la que tiene el problema, deberían hablar con uno".

-Me enorgullece verla hoy -dice Leslie Navarro, su profesora de Historia y coordinadora de mediación-. Es sorprendente ir siguiendo los procesos de estos niños. Muchos llegan de sistemas educacionales que los oprimen.

Antonia asiente.

-En mi colegio anterior las autoridades eran maltratadoras. Nos formaban y a los que nos portábamos mal nos hacían pasar adelante para retarnos frente a todos, era una humillación pública. A mí me advirtieron que estaba condicional y un mes después, mientras estaba en clases, me llamaron para decirme que me cancelaban la matrícula. Y al momento de echarte te advertían que cualquier acción que tomaras en contra, podían incluso llamar a Carabineros.

Leslie Navarro la mira con absoluta sorpresa, pese a que posee larga experiencia en establecimientos municipalizados y subvencionados.

-Uno como profesor, si quisiera poner anotaciones negativas, podría llenar libros y libros. Muchas veces un consejo de profesores no siempre considera si el niño tiene algún conflicto psicológico o problemas de conducta cuando lo expulsa. Son niños totalmente dañados, coartados por un sistema que los va castrando.

Nicolás no se tenía fe y ahora es parte del centro de alumnos. Tiene 16 años y está en segundo medio. El Concordia es su tercer colegio. Antes estudió en The Greenland School y en el Cambridge, de Providencia.

-Había un reglamento estricto, con cursos de la A a la D, miles de alumnos. Llené cuatro hojas de anotaciones negativas y pegaban otras extras porque les faltaba espacio. Cuando me expulsaron lo pasé mal, me retaron, sufrí las vacaciones castigado.

En sexto básico le advirtieron por primera vez que lo podrían expulsar. En octavo lo echaron.

-Recibía cartas de condicionalidad por conducta. Conversaba, me portaba súper...

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