El universo paralelo de Millaray Lobos
-Con esa pregunta podría desarrollar toda la problemática. De eso se trata siempre. ¿Quién soy yo hoy? No lo digo por ayer, ni por mañana. Quién seré mañana implica una promesa.
Millaray fuma tabaco. Lo enroló en un papelillo con delicadeza, tal como todos sus movimientos. Así también es su figura: frágil.
-Me cuesta imprimirme en una línea de tiempo y situarme en un espacio concreto. A partir de eso es que surgen mis problemas más existenciales. Pero es así como mi vida se ha ido armando. No creo que existan las direcciones fijas. Busco desplazar esa identidad fija y volver a verme, para ver eso que estaba ahí, pero que uno deja de ver porque no se mueve -dice.
Millaray Lobos, de 39 años, es una actriz y una investigadora teatral, pero también podría ser una filósofa, una académica que recurre constantemente a la citación para recordar conclusiones ajenas y expandir la conversación a límites insospechados. No demora en transformar el lenguaje y en llevar las palabras a un plano filosófico, intelectual. Suele excusarse cuando se interrumpe a sí misma y vuelve hacia atrás, y después retoma las ideas que dejó más adelante, en un discurso complejo, a veces ambiguo, pero que ella relata lejos de la soberbia, con humildad.
Hablar con Millaray es como hablar con varias personas a la vez.
PLASTICIDAD EN EL DEVENIR
Millaray se hizo adulta en Francia. En La Sorbonne Nouvelle y después en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático de París, donde consiguió uno de los tres cupos anuales que se dan para extranjeros. Pero antes de eso estudió actuación en la Universidad de Chile. Y antes de eso no quiso ser actriz.
-Yo pienso que me encontré, por casualidad, siendo actriz -dice. Nunca hizo teatro en el colegio, nunca fue a ver una obra, nunca nadie en su familia se interesó por las tablas. Además, siempre fue muy tímida, introvertida. En la filosofía descubrió cabida a todas sus preguntas. Mientras todos en el colegio leían la tragedia de Edipo Rey, Millaray leía El Anti Edipo de Gilles Deleuze, una obra densa, donde se reunían disciplinas como la filosofía, psicología y economía.
-A lo mejor desde ahí viene la malformación -ríe. -Mi aproximación a la filosofía fue muy salvaje, pero muy intuitiva, confiando en que su lectura me llevaba a lugares mentales -dice. Su familia nuclear es de Santiago, pero la de su madre es española. Entró a Teatro, pensando que era una carrera que la podía llevar a explorar otras disciplinas, como el cine y la filosofía. Ahí conoció al actor Alfredo Castro, que reconoce como uno de sus principales formadores, junto con Fernando González, Rodrigo Pérez.
Alfredo Castro dice:
-Ella destacaba por su cultura, su sensibilidad, su mirada, su físico, por su belleza. Era una chica muy especial. Tenía un encanto escénico tremendo.
Fueron las clases con él, pero también fue la confirmación de que en el teatro confluían todas sus inquietudes, lo...
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