El regreso a la Antártica del señor de los pingüinos - 19 de Octubre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 539605114

El regreso a la Antártica del señor de los pingüinos

Tenía el aspecto de un montañista musculoso, con la barba recién asomándose. Luc Jacquet podría haber pasado como cualquiera de los escaladores que esperaba el vuelo privado a la Antártica. Ellos, los escaladores, iban a subir volcanes. Jacquet, a quien solo su metro noventa centímetros hacía sobresalir, partía hacia una aventura propia y solitaria: buscar locaciones para su nueva película.

En realidad, no era la estatura lo único que lo delataba. También tenía esa serenidad que solo muestran los que saben lo que les espera en el continente blanco. Este francés, 46 años, productor, guionista y director de La Marcha de los Pingüinos, Oscar al mejor documental, y para cuyo rodaje pasó trece meses en el hielo, se reconoce adicto a la Antártica.

El primer encuentro con Luc Jacquet no había sido propicio para entrevistas: celebraba el cumpleaños de un amigo en un hotel de Punta Arenas y allí, entre centolla y brindis, cuando le pregunté qué tan complicado había sido filmar pingüinos, él solo dijo: "En lo absoluto. Es más fácil que filmar personas".

Horas mas tarde, el cineasta abordaba el avión y volvía al lugar que lo ha obsesionado desde que lo pisó por primera vez en 1992, cuando era un científico de apenas 25 años. Su último gran proyecto para la pantalla grande se desarrolla nuevamente en la Antártica. Esta vez no pretende contar historias de pingüinos, sino que la de un hombre, Claude Lorius, científico francés considerado pionero en descubrir los efectos del calentamiento global y, por cierto, uno de sus héroes.

Antes de partir, el director prometió una entrevista. Cumplió.

El PRESENTE

El segundo encuentro con Luc Jacquet se concreta en París, en las oficinas de Wild-Touch, la fundación sin fines de lucro que él mismo creó el año 2010 para dar vida a proyectos multimedia enfocados en la protección del medio ambiente, incluyendo la producción de sus propias películas. Entre estas se cuenta Il Était une Forêt (Érase un Bosque), que hace pocos días ganó el premio al mejor documental en el festival Deauville Green Awards, un reconocido evento internacional que destaca producciones relacionadas con el ambiente.

En esa película, estrenada en Europa en noviembre del año pasado, Jacquet usa tecnología de punta -drones, balsas teledirigidas y teleobjetivos ultranítidos- para mostrar siete siglos de la vida y desarrollo de la selva tropical en la Amazonía peruana y en el Congo. Un escenario muy distinto al del edificio del siglo XIX, en el barrio de Overkampf, donde opera su fundación: piso de parqué y techos altos; afiches de sus producciones en las paredes, y el desorden característico de un sitio donde se trabaja en serio. Alrededor de una mesa, un grupo presidido por el director discute ideas, y siguen en eso cuando Jacquet los deja y se encamina...

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