4 bis - 10 de Octubre de 2023 - El Mercurio - Noticias - VLEX 947326905

4 bis

Chile tiene un problema. En los últimos años las justificaciones morales y jurídicas de la autoridad se han venido degradando; en todos los ámbitos, pero especialmente en el político. Esto impidió reformas que habrían ayudado a contener y castigar los abusos, e ir en auxilio de las personas cuando los mecanismos prometidos no respondieron a las fatalidades de la vida. Esto generó el estallido de 2019. Afirmar ahora que fue obra de afiebrados "octubristas" que pretendían un golpe de Estado es de una ceguera insultante.Desde luego no es suficiente; pero contar con una Constitución sancionada democráticamente es una condición básica para que las instituciones vayan recuperando la confianza. También para que el sistema político sea forzado a superar su ensimismamiento y actuar al servicio del bien común.Es cierto que el proceso constitucional, inventado a la carrera en noviembre de 2019 para salvarnos de un inminente colapso de nuestra democracia, ha venido cansando a la población. No es para menos: llevamos en esto cuatro años, las desavenencias no amainan, las necesidades tampoco, y lo que nos metió en esta senda ya pasó al olvido.No faltan los arrepentidos de "haber entregado" la Constitución de 1980. Ni los compungidos por no haber canalizado las energías de 2019 en otra dirección; por ejemplo, hacia cambios de orden material. Pero fue el camino elegido, y no se debe tirar la toalla hasta no haber agotado sus posibilidades.Estamos ad portas de un nuevo 4 de septiembre, forzados otra vez a elegir en un plebiscito entre dos opciones, blanco o negro. Para sacar adelante una Constitución con un respaldo ciudadano sustantivo -algo que, hoy por hoy, se presenta cuesta arriba-, habrá que atreverse a hacer renuncias.Pienso, por ejemplo, en el carácter de la Constitución. Yo mismo era de los que creían que esta debía ser un texto que alimentara un sentimiento de comunidad del cual hoy carecemos. Es hora de renunciar a tal aspiración. No es viable, al menos no ahora, cuando la pasión constitucional ya se ha enfriado. La única Constitución posible, en las actuales circunstancias, es una enfocada exclusivamente en las reglas de gestión del poder político. Será pobre...

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