300 años de Kant: el apacible filósofo que revolucionó el mundo moderno - Noticias - VLEX 1027994159

300 años de Kant: el apacible filósofo que revolucionó el mundo moderno

Fecha de publicación17 Marzo 2024
Hacía sus clases temprano en la mañana, de siete a nueve; antes, cuando faltaban cinco minutos para las cinco de la madrugada, su criado entraba al dormitorio y sin más gritaba: "!Señor profesor, ya es hora¡". A las cinco, el filósofo Immanuel Kant ya estaba desayunando: tomaba té, fumaba una pipa, la única del día, y preparaba el curso de esa mañana. Terminada la clase, escribía hasta un cuarto para la una: "Han dado menos cuarto", le decía a su cocinera, o sea, había que servir el almuerzo. Se tomaba una copa, más bien una "copita", y a la una estaba almorzando, siempre acompañado de no menos de cuatro invitados (como las gracias) ni de más de ocho (como las musas). Le gustaba conversar, porque era amistoso y porque creía que lo ayudaba con la digestión. Su salud era frágil, sobre todo la intestinal, a la que le ponía muchísima atención, como demuestran las detalladas y a veces escatológicas cartas que le enviaba a su médico.
Tras almorzar, Kant daba un paseo, siempre solo, a la misma hora, que servía a las mujeres de Königsberg para ajustar los relojes. La única vez que falló fue porque estaba absorto leyendo el "Emilio" de Rousseau. De vuelta en casa, leía, escribía, pensaba y a las diez de la noche se iba a acostar. "Kant procedía a envolverse en la ropa de cama de una forma muy minuciosa, como un gusano de seda en su capullo, y repetía la palabra 'Cicerón' varias veces", cuenta Simon Critchley en "El libro de los filósofos muertos".
"La vida del filósofo es a menudo la de un neurótico obsesivo", agrega. O al menos era el caso de Kant. "Era lo que hoy día se llamaría un neurótico", escribe Carlos Peña en el ensayo que le dedica al filósofo alemán en su libro "Ideas de perfil".
Derechos humanos
Que somos razón y sensibilidad, que el mundo lo conocemos gracias a los conceptos y categorías de nuestra mente, o sea, que en parte construimos nuestra experiencia, la que no por eso deja de ser objetiva, compartida, común; que la moral debe ser universal, que la razón debe criticarse a sí misma y no aceptar otra autoridad.
Que los seres humanos somos fines en sí mismos y no meros medios, que debemos ser autónomos, es decir, darnos nuestra propia ley moral, que somos libres y entonces el gobierno debe ser una república, que los Estados deben evolucionar hacia una confederación mundial que asegure una paz perpetua.
En tiempos de emperadores, revoluciones (simpatizó y hasta se entusiasmó con la Revolución francesa) y guerras, esas fueron algunas de las ideas que Kant trajo al mundo. Nació el 22 de abril de 1724, hace casi trescientos años, y murió el 12 de febrero de 1804, meses antes la coronación de Napoleón. La vida entre esas fechas transcurrió en Königsberg, ciudad por entonces alemana (más bien prusiana) de la que nunca salió.
"Me cuento entre...

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