18 y 25 de octubre - 17 de Octubre de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 850490663

18 y 25 de octubre

La pandemia ha hecho que el primer aniversario del 18 de octubre y el plebiscito de entrada al proceso constituyente vuelvan a ligarse en una semana que será políticamente cargada y decisiva para el futuro de nuestra convivencia.La forma en que se instale el 18 de octubre pasado en la memoria colectiva será muy gravitante. En lo individual, cada cual recordará dónde estaba, qué hacía y cómo recibió la noticia de la destrucción de más de 27 estaciones de metro, saqueos de comercio, incendios y destrucción de monumentos, paraderos, iglesias, museos y hasta memoriales de derechos humanos.Para algunos se trató del despertar de Chile, luego de un largo letargo de injusticia y opresión; para otros fue la manifestación casi carnavalesca de una juventud no dispuesta a respetar ninguna regla ni freno a sus impulsos. Para los terceros se trató de la oportunidad en que se desataron todas las violencias que por largo anidaban en barras bravas y poblaciones tomadas por la narco-cultura. Mientras unos tratan de hacer dominante la tesis de que se trata de una expresión colectiva en contra del modelo de desarrollo seguido por Chile desde la transición a la democracia, otros afirman que lo que causa el malestar no es el modelo de desarrollo seguido, sino su realización imperfecta; esto es el incumplimiento de la promesa de meritocracia propia del capitalismo liberal.Existen tesis que perciben la fecha como el principio del fin de una era y otros que la ven como una escaramuza casi inevitable de una transformación individualista, liberal y consumista que seguirá su inevitable curso, pues no existe alternativa viable, salvo correcciones de protección social. Como sea, la violencia es siempre manifestación de fractura en la idea de pertenencia a una misma comunidad.La diversidad de memorias y lecturas de lo ocurrido en aquel mes de octubre de 2019 seguirá su curso. Resultaría artificioso pretender que se disuelvan en una mirada siquiera relativamente común. Ese debate debe seguir vivo e intenso no solo entre intelectuales y políticos. No se trata de ensalzar aquella violencia, pero sí de entender, entre todos, sus causas. Lo grave no está en la confrontación de diagnósticos diversos, sino en la falta de diálogo y la forma descalificatoria en que muchas veces se enfrentan estas miradas. A las fracturas sociales se suman entonces fracturas culturales, cada una...

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