El vivo retrato de Core - 9 de Enero de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 591271742

El vivo retrato de Core

Cuando Nora Silva Fuentes la abre, saltan los personajes, los duendes, las hadas, los gigantes. Estallan los piratas, los perros galgos, las mujeres de rasgos finos, los niños de mejillas rojas, los hombres de narices grandes. Nora pasa una a una las hojas con las ilustraciones que hace más de 60 años dejó su abuelo, Mario Silva Ossa, conocido como Coré, uno de los dibujantes más importantes en la historia de Chile.

Mientras las ve, su mirada recorre el detalle del achurado, la técnica de la tinta china, la perspectiva del sepia, la luz y sombra del carboncillo, y pese a que nunca lo conoció en persona, dice que creció con él. Los mismos originales que ahora muestra la acompañaron desde que era niña cuando un día, empujada por la curiosidad, abrió una maleta que había en el altillo de la casa en que vivía, en Macul, y se encontró con centenares de dibujos, bocetos, acuarelas y pruebas de imprenta, muchas de ellas portadas de la revista El Peneca, donde Coré ilustró cuentos hasta que murió en 1950, a los 37 años, atropellado por un tren.

Entonces para ella solo eran dibujos bonitos y lo que hizo fue lo que haría cualquier niña: empapelar un muro de su pieza con ellos. Le gustaban las figuras femeninas delicadas, de narices respingadas y pelo crespo, apoyadas en una ventana, como esperando algo, o sentadas en un banco, solas o acompañadas por un niño o un perro, sin saber que en ellas Coré solía plasmar la imagen de su mujer, Nora Morvan.

-En esa época no tenía idea de lo famoso que era mi abuelo. Mi entorno siempre estuvo rodeado de sus creaciones y, por lo mismo, nunca me pareció que se tratara de una persona conocida -dice ahora, con la vista pegada en un par de bosquejos con las instrucciones manuscritas de Coré para los colores y las proporciones.

La primera pista que tuvo fue en la adolescencia, cuando el libro Silabario Hispanoamericano que usaba en el colegio traía, en la portada, el clásico dibujo de Coré. Luego escuchaba que otras personas hablaban de él. Pero solo de adulta dimensionó realmente qué tan importante era, cuando supo de artículos de prensa, exposiciones en museos, homenajes e investigaciones universitarias sobre la obra de Mario Silva Ossa.

Con los años, el artista se había convertido en un referente para las nuevas generaciones de ilustradores y en una leyenda, sobre todo porque mucho de su trabajo se consideraba perdido. Algunos originales aparecían entre cerros de revistas en San Diego e incluso, a mediados de los 70, el fotógrafo Juan Domingo Marinello...

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