Vivir y morir en Monticello - 13 de Abril de 2013 - El Mercurio - Noticias - VLEX 431311346

Vivir y morir en Monticello

Acababa de recibir la llamada de Ema, una de las hermanas de Marcela Villarroel, la pasajera que estaba hospedada en ese cuarto, y le rogó que entrara con la llave de repuesto. Le dijo que tenía un mal presentimiento, que desde las siete de la tarde su hermana no le contestaba los llamados y que temía lo peor. Que por favor se asegurara de que estaba bien.

El encargado decidió entrar con una mucama. Abrió la puerta, prendió la luz, ninguno de los dos vio a nadie. La habitación estaba vacía.

Entonces abrieron la puerta del baño.

Allí estaba Marcela Villarroel.

Marcela Villarroel hizo el check in en el hotel a las dos de la madrugada del sábado. En la fiscalía sospechan que antes de chequearse, ella estuvo jugando todo el viernes.

Cuando el casino se inauguró, en octubre de 2008, el flujo vehicular por la Ruta 5, entre Santiago y Rancagua, aumentó en un 20 por ciento. Desde ese entonces, cada mes cerca de 100 mil personas acuden al Paseo Monticello -hay un centro de entretenimiento familiar, tres restaurantes, tiendas y una galería de arte- o al casino que posee 1.718 máquinas de azar, 84 mesas y 300 posiciones de bingo, además del hotel con 155 habitaciones. Es el más grande de los 18 casinos regulados por la Superintendencia de Casinos de Juego y el que más ingresos brutos obtuvo en 2012: $73.723.400.408, lejos de los 37 mil millones de su competidor más cercano, el Enjoy de Rinconada. También es el que más gente ha llevado: 1.162.858 personas en 2012. En promedio cada uno gastó $68.558, según la Superintendencia.

No existe una estadística de cuánto tiempo pasa la gente en el casino, pero un ejecutivo de Monticello dice que se estima que son unas 4 o 5 horas, similar a lo que sucede cuando se va al mall. Pero Marcela Villarroel iba por más tiempo.

A pesar de que la policía y la fiscalía ya se lo han solicitado, hasta el cierre de esta edición el casino Monticello aún no había entregado el informe con la hora exacta que Marcela Villarroel ingresó al recinto. Lo único que está claro es que se registró en la madrugada en el hotel y que no lo hizo en el lobby, sino que en el casino, en una de las máquinas en las que estaba jugando.

Marcela Villarroel tenía la tarjeta Platinum del Club MVG de Monticello. Obtuvo ese beneficio en 2010 tras juntar 3.000 puntos en un año: por cada $50.000 de apuesta en las tragamonedas o $250.000 en las mesas, se obtiene un punto. Eso significa que el año anterior, Marcela Villarroel debe haber jugado, al menos, 15 millones de pesos.

"Tener esta tarjeta es como pertenecer a un club de fidelización", dicen en el casino sobre las regalías que le entregan a los jugadores frecuentes. Estos beneficios son: desde 80 por ciento de descuento en el hotel, estacionamiento subterráneo gratuito, hasta entradas libres para la discoteca...

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