Vivir, crecer y morir en el Pequeño Cottolengo: La realidad de los niños discapacitados en abandono - 9 de Octubre de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 650588093

Vivir, crecer y morir en el Pequeño Cottolengo: La realidad de los niños discapacitados en abandono

Rodolfo es risueño, amable, cariñoso, amistoso. No habla, pero se comunica con gestos y sonidos guturales. Oficia de guía y de modelo. Ve la cámara fotográfica, y entiende que algo interesante va a pasar. Y nos acompaña durante todo el recorrido, hasta despedirse con un apretado abrazo.

Es uno de los 330 niños, niñas y adultos -de entre 3 y 80 años de edad- que viven allí y que forman parte de los 2,5 millones de personas discapacitadas que hay en Chile, de los cuales el 9% (230 mil personas) sufre de discapacidad intelectual. Los más adultos llegaron pequeños, pero nadie los reclamó ni se preocupó de ellos. Y estarán allí hasta que mueran.

Cristián Glenz, un ingeniero civil de la Universidad Católica que hace siete meses decidió abandonar el exitoso mundo de los negocios y asumir como director ejecutivo de la obra, explica que de estos 230 mil, el 85% sufre problemas leves; un 10%, moderados, y un 5% entre severos y profundos, de los cuales 500, aproximadamente, son niños.

Es con este último segmento con los que trabajan ellos. "Muchos de ellos son abandonados; sus familias no se hacen cargo, y nosotros, como obra, asumimos su cuidado y las atenciones que requieren", explica. Son derivados por los Tribunales de Familia, pero otros son entregados por sus padres o guardadores, porque no pueden mantenerlos en sus casas.

En el caso de los niños, niñas y adultos que viven en Cerrillos, solo un tercio de su familia está presente, y los van a ver al menos una vez al mes. Otro tercio recibe visitas una vez al año.

Pero el resto está en total abandono. Como es el caso de Rodolfo. Entonces, el Pequeño Cottolengo les busca padrinos institucionales, especialmente a los autovalentes o semivalentes. Ellos los van a buscar los fines de semana y los llevan a sus casas o a pasear.

El Pequeño Cottolengo, de la obra fundada por Don Orione -sacerdote italiano de nombre Luis, declarado santo-, se levanta en un terreno de ocho hectáreas. Es como una pequeña ciudad que cuenta con escuela, dormitorios, gimnasio, piscina terapéutica, centro de esparcimiento y de artes manuales, plazoletas, servicio médico permanente de 24 horas de atención, y lavandería, entre otros. Todo impecable y aseado.

Hay jardines bien mantenidos, agradables senderos con escaños para descansar, fuentes de agua que relajan con su sonido envolvente. Los habitantes del Pequeño Cottolengo tienen libertad para recorrer todas las instalaciones cuando no tienen actividades programadas. Pero...

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